XXX: Liberado

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Las casas eran altas en la ciudad, muy diferentes a lo que eran en Sekgda. Los balcones estaban decorados con enredaderas que caían por ellas y los banderines de brillantes colores se mecían con el viento, todos atados de un extremo a otro por las avenidas. El puerto estaba lejos de la plaza central, a una o dos horas al menos, pero Harry podía ver el mar desde el carruaje, brillando, al igual que las torres del palacio.

El viaje había sido silencioso, pero las miradas del rey caían sobre Harry con profundidad. Harry no había hablado con Louis desde el día anterior, donde solo cruzaron unas cuantas palabras sobre la comida y el día. El rey se había visto tenso y con la mente en otra parte. Resultaba extraño, porque había comenzado a actuar de aquella manera desde aquel intimo momento en el despacho. Harry tragó grueso al recordar su cercanía y se entretuvo contando las casas y creando ideas erróneas de lo que el nombre de la chica Saira podría significar. Había intentado evadir su nombre, pero ella resonaba en su mente, en el fondo, como una tortura siniestra. ¿Quién era? ¿Qué hizo? ¿Quién la mató? Por un momento tuvo la valentía de preguntarle a Louis, pero en cuanto contempló su rostro frío y cruel, decidió que el silencio era lo mejor. Así que se quedó bajo la constante mirada del rey y respondió sus preguntas acerca del tatuaje en su brazo y el maquillaje que llevaba encima. Harry le dijo que el tatuaje se lo hicieron un año atrás cuando cumplió los diecinueve años. Fue la iniciación al mundo adulto, a un mundo en el cual debía actuar con razón y deber y no estaba preparado.

El sol teñía el cielo de un anaranjado suave cuando llegaron a la plaza central. El ambiente era cálido, el viento tibio. El estómago de Harry cosquilleó al pensar en que así debía ser un verdadero verano. Que lo que Sekgda tenía era muy distinto. Al mirar por la ventana, vio a la gente caminar con sonrisas en sus rostros, los niños apuntar a los puestos de dulces o juguetes. Toda la plaza había sido decorada acorde a la celebración y el aroma de los dulces penetró en su nariz con dulzura. Luego, la puerta fue abierta por uno de los tantos sirvientes. Louis bajó por ella y al instante un montón de soldados lo rodearon por prevención. Lord Calian llegó después, le ofreció una mano y Harry... tragó audiblemente al aceptarla y bajar.

Apenas pisó el suelo de piedra, las miradas cayeron sobre él. Harry dejó de respirar al encontrarse con las miradas de los ciudadanos que pasaban en ese momento y avanzó con cautela por la acera, con los ojos abiertos, hasta quedar a un lado del rey y sus soldados. El rey levantó la cabeza y enderezó por completo, ganando casi cinco centímetros más de altura, causando que la corona centelleara con poder. Un sutil aroma de sus feromonas llegó a su nariz, advirtiéndole que estaba alerta. Harry quiso tomarle la mano, pero se abstuvo al recordar lo que esas manos podrían causar.

Louis no le dedicó ninguna palabra, tampoco una mirada de consuelo, ante todo el ruido que la gente comenzó a generar por su presencia. Al avanzar, la gente saltó detrás de los soldados para intentar verlos. Harry escuchó como hablaban de él, como reían y como otros miraban con fascinación, intentando descubrir que papel jugaba en el festival. Sabía lo que apuntaban, qué significaba el brillo en sus ojos. Por inercia llevó sus dedos a su cabeza, tocando la pequeña corona que la princesa Libelle le hizo usar antes de salir. Una pieza de oro que alguna vez usó Louis cuando tenía su misma edad. Libelle se la entregó antes de partir, instruyéndolo en su historia con rapidez y recalcando que ahora era suya y de nadie más al ser el futuro príncipe.

Príncipe.

El sentimiento de saberlo, de que el titulo se lo habían dado... Todo ocurría muy rápido y no sabía cómo reaccionar. Estaba acostumbrado al respeto y a inclinaciones al ser el heredero en Sekgda, pero... pero esto era completamente nuevo. Personas jamás antes vistas y que, aun así, le demostraban apreciación, lo paralizaban en todos los sentidos. Respiró profundo, contemplando los rostros plenos, la brisa acariciando sus mejillas, el suelo firme que ahora pisaba, el hombre a su lado.

The king's touch (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora