Capítulo 6

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Al fin!!!! Después de tenerla pausada desde agosto, vuelven las actualizaciones y espero poder actualizarla los Lunes y Miércoles aunque si algún lunes no puedo, igualmente que sean dos actualizaciones semanales!!!

Hasta mañana pues!

Estaba tan ensimismado descubriendo que bajo las capas de los insulsos vestidos de lady Camelia se escondían atributos tan reveladores, que ni siquiera prestó atención a los pasos que habían cesado en el exterior

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Estaba tan ensimismado descubriendo que bajo las capas de los insulsos vestidos de lady Camelia se escondían atributos tan reveladores, que ni siquiera prestó atención a los pasos que habían cesado en el exterior.

Él era un amante experto y había desnudado a tantas damas con sus dedos que ya podía percibir que se escondía bajo la ropa de una mujer con un simple roce de su cuerpo.

Y lo que había bajo el vestido de lady Vasatti le gustaba.

Ni tan siquiera le podía haber pasado por su mente que alguien como ella tratara de esconderlo, pero debía reconocer que jamás se había fijado en aquella mujer en un modo que no fuera de desprecio.

¿La habría besado algún hombre?, ¿Tal vez su primo? Nunca había entendido muy bien la relación de Carlo con ella, pero sí era consciente de que eran inseparables desde pequeños y demasiado cómplices, tanto como para que él le permitiera el acceso a la biblioteca estando terminante prohibido a las mujeres.

Camelia permanecía en completo silencio, sus músculos se tensaron tanto ante la posibilidad de ser descubierta en una situación comprometida como lo estaba junto a ese mequetrefe que ni siquiera era capaz de pensar en su cercanía.

Puede que hubiera mencionado la idea de encadenarle a un matrimonio junto a ella como amenaza, porque estaba segura de que para él sería una auténtica tortura y así cesarían sus planes de conquista hacia su hermana pequeña. Pero una cosa era dicha mención y otra muy distinta que de verdad tuviera que verse forzada a un matrimonio con ese ruin seductor de mala fama.

Prefería mil veces ser una solterona marginada que una vida de casada con aquel mujeriego.

—Ha cesado —susurró Camelia sintiendo que sus músculos se destensaban ligeramente y eso la hizo tomar consciencia de la verdadera cercanía de Guicciardini.

Su pecho estaba literalmente aplastado por el suyo y su propia nariz rozaba el cuello de este. El aroma varonil que desprendía comenzó a invadirla, ¿Cómo era posible que no lo hubiera detectado antes? Tal vez era el miedo que había cegado todos sus sentidos y ahora afloraban a la vez dejándola confusa.

No podía verle, pero sabía que debía estar ligeramente inclinado sobre ella debido al poco espacio del armario. Una de sus piernas estaba parcialmente entrometida entre las suyas aplastando la falda de su vestido y lo más inquietante de todo era que podía sentir el roce de su entrepierna en su cadera, lo que la hizo ponerse completamente roja ante aquella idea.

¡Gracias al cielo que estaban en una oscuridad cegadora!

Gabriele volvió de sus propios pensamientos al momento en el que se hallaba y tardó unos instantes en ser consciente de que el silencio volvía a hacerse eco del pasillo.

El Tercer Secreto	Donde viven las historias. Descúbrelo ahora