Posesividad.

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Bien aquí el segundo capítulo que siempre publico, ya estamos muy cerca del gran final, así que agarrense que se viene lo bueno.

Espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

Capítulo 29.

Eran las 3 de la mañana y Joey seguía gimiendo debajo de él, había tenido que llevarlo a la habitación que habían empezado a compartir cargando porque sus piernas le temblaban por el encuentro en el auto, pero una vez llegaron y lo dejó sobre las sabanas el rubio no perdió tiempo y lo volvió a acercar a él para empezar a besarlo. Ese beso fue el inicio de la noche más pasional de su vida, ya que el cachorro había demostrado poder aguantar cualquier cosa que hicieran.

-       Ya no puedo – Joey dijo en un gemido mientras se desplomaba y llegaba al orgasmo, veía como le temblaba todo, los brazos las piernas y la espalda no estaba en una posición cómoda, así que Seto lo tomó por la cadera, lo levantó y terminó de bombear hasta que él también llegó al orgasmo.

-       Lo siento… no me controlé – Joey sonrió y con la poca fuerza que tenía se recostó sobre el empresario, no sabía ni como iba a poderse levantar al día siguiente, no había dormido nada y aparte el cansancio por lo que habían hecho en esa madrugada era algo que su cuerpo no iba a recuperar en 3 horas.

Decidió no preocuparse y cerró los ojos para quedarse dormido completamente, no pudo abrir los ojos hasta después de las 10 de la mañana, sentía que todo en él era de plastilina, era viernes así que pensó que su jefe lo mataría por faltar, pero en esos momentos poco le importó, ya que su cabeza solo se imaginaba que el día siguiente no trabajaba, así que podía repetir de nuevo con el castaño.

Se sentó despacio en la cama y vio una nota a su lado “Estoy en mi oficina”, sonrió y empezó a buscar su ropa, pero no estaba… no podía ir desnudo a su cuarto por ropa limpia, pero poco le duró el pensamiento, ya que su cuñado entró y le sonrió de manera picara, Joey se escondió en las sabanas, justo eso era lo último que quería que pasara.

 
-       Seto me contó que no tenías ropa para cambiarte – Joey quería morirse, como el gato podía ser tan irresponsable con su hermano y andarle contando todo – así que fui a buscarte algo que ponerte, además que crees que descubrí – se fue a sentar a la cama sin importarle que su cuñado estuviera muriéndose de vergüenza en ese momento – la habitación principal de la mansión está en la zona norte, ahí la opción de tener una cama más grande, el cambiador es para dos personas, el baño es doble y al parecer tiene habitación del pánico – Mokuba le hablaba de las maravillas de la habitación principal, mientras el pobre cachorro quería tirarse de un puente.

-       Mokuba, me siento incómodo hablando mientras estoy desnudo… podríamos hablar de eso cuando me vista – el menor sonrió de nuevo pícaramente.

-       Claro, en el desayuno será menos incómodo que te cuente todo sobre como seré tío pronto – Joey quiso morirse y Mokuba se salió riendo de la alcoba, una vez solo el rubio se dispuso a bañarse y ponerse ropa, al salir la misma sirvienta que le había ayudado con la loción sonrió al verlo y le entregó su Kuribu.

-       ¿Quiere que lo lavemos? – Joey negó y se lo llevó al comedor, llegar ahí fue algo lento, ya que sus piernas aun le temblaban y a veces podía sentir que algo escurría de ellas y entonces recordó que literalmente había estado con Kaiba como conejo sin pensar en las consecuencias, si bien en esos momentos no le importaba si estaba embarazado o no del empresario, no quería que los paparazis pensaran que les había mentido y realmente no tenía gastritis cuando salió de viaje, así que decidió que los hijos definitivamente debían de esperar.

Venganza con V mayúscula. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora