¿Qué haces en la mansión?

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Buenas noches!!!!

Ay dios subí mi trabajo bien tarde, se me fue el tiempo trabajando y no pude hacerlo desde temprano, estuvo bastante complicado el día, pero ahora ya más relajada y con toda la actitud positiva voy a empezar.

Muchas gracias por leer, comentar y votar, no se olviden de compartir con sus conocidos y amantes de esta pareja, el apoyo continuo me ayuda a continuar generando ideas y de esa manera sigan teniendo material para poder publicar.

En fin, como ya es costumbre en mi, espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

Nota: en este capítulo Joey si tomó bastante, pero la depresión lo regresó a la realidad.

Capítulo 3.

 
Estaba en el bar con sus amigos del trabajo y mientras tomaba la primera cerveza se veía que todos se divertían, todos sonreían y se veían tan felices que Joey les tuvo envidia, jamás había tenido ese sentimiento, ni siguiera cuando vivió en la pobreza y veía a todos los demás niños con juguetes y ropa nueva, pero ahora los veía ahí sonriendo sin ningún problema no podía evitar odiarlos.

Conforme avanzó la noche Joey empezó a notar como presumían su vida amorosa, también fotos bastante lindas con sus parejas y cuando le preguntaron a él sobre su vida amorosa sólo atinó a sonreír y fingir que iba al baño. No pudo aguantar más la mentira, al pensar en Duke le daba un dolor enorme en el pecho, saber que ambos pudieron haber estado juntos, que él había sido muy feliz a su lado, pero que él jamás fue suficiente para el empresario lo destrozo de nuevo y tuvo que salir de ahí.

Caminó rumbo a la mansión Kaiba e iba llorando amargamente, había pensado tanto en la venganza que llorar había pasado a segundo plano, no había sido tan consciente del dolor como en ese momento, así que antes de llegar a la mansión continuó llorando en un parque cercano, aprovechando la oscuridad y que ahí sólo había mansiones, gritó, lloró, golpeó árboles, maldijo a Duke y acabó en el piso derrotado.

Una vez se calmó sintió un peso menos en su corazón, volteó a ver sus puños y estaban llenos de sangre, el piso también estaba salpicado de la misma, una vez fue consciente de la situación se empezó a quejar por el dolor, así que rápidamente llegó al hospital más cercano y dejó que lo curaran en urgencias. La enfermera que lo ayudó muy amablemente empezó a platicar con él.

-       Alguien tan guapo no debería llorar por otra persona y menos lastimarse – Joey se vio en el espejo que había en el carrito de insumos médicos y notó que se veía hecho un desastre, de verdad que daba pena.

-       Sí… lo sé, fue doloroso, pero se acercan cosas mejores – sonrió de manera más natural, se sentía menos agobiado y de cierta manera sacar el dolor le había ayudado.

-       ¿Llamamos a alguien para que venga por usted? – Joey no contestó porque venía entrando Kaiba “disfrazado”.

-       No es necesario, yo lo llevó a casa – la enfermera vio raro al sujeto que estaba ahí parado, pero no dijo nada, así que se retiró – pensé que estabas muerto – dijo con simpleza.

-       Era una opción, pero no soy tan cobarde – se levantó y entonces algo lo hizo reaccionar - ¿qué haces aquí? – preguntó, ya que jamás le había dicho que estaba en un hospital.

-       En algún momento de la noche me enviaste tu ubicación – le enseñó el teléfono y mal escrito seguramente por el alcohol, Joey le decía que sí lo veía en un lugar peligroso lo salvara – no iba a ayudarte por borracho, pero al verte en un hospital pensé que tendría que reconocer tu cuerpo – caminó a la salida y Joey estaba muy avergonzado por lo que le había mandado a Kaiba en un momento de poca lucidez – espero que no le hayas mandado el mismo mensaje a Devlin – Joey buscó como psicópata en su celular y por suerte no había hecho nada de lo que pudiera arrepentirse.

De camino a la mansión fueron en silencio, Joey entonces vio el parque donde había llorado y se juró en ese momento que había enterrado ahí su amor, las últimas lagrimas que derramaría por ese estúpido de Duke, esos árboles se encargarían de guardar el secreto y de esa manera nadie más sabría lo mucho que le lloró a ese perdedor mentiroso.

A la mañana siguiente Joey amaneció con un horrible dolor de cabeza y de cuerpo, así que se metió a la ducha para poder mejorar su semblante, cosa que no pasó, pero al menos ya no parecía una momia recién desenvuelta. Al salir se cambió y se dirigió hacia el comedor de la mansión, con lo que no contaba es que al dar un paso fuera de su alcoba chocara con una persona y cayeran al piso.

-       Auch – Joey levantó la mirada para reclamarle al estorboso sujeto, pero ahí debajo de él estaba su amigo Mokuba - ¡AH! Mokuba lo siento – se levantó de golpe y lo ayudó a pararse.

-       ¿Joey, qué haces aquí? – el menor se levantó del piso y se quedaron viendo a los ojos, el pelinegro ya no era un pequeño niño, ya era todo un adolecente, que al parecer sería tan alto como su hermano, ya que a pesar de sus 18 años tenía la misma altura que Joey.

-       Bueno… te lo explicó en el desayuno – el pelinegro vio con duda al rubio, él y su hermano no eran tan amigos como para que Joey se pudiera quedar en la mansión a dormir, incluso cuando salía con ellos Seto aun le decía que esos amigos no valían la pena. Al llegar al comedor el castaño vio a su hermano con sorpresa, se suponía que llegaría hasta dentro de 3 meses.

-       ¿Qué haces aquí? – preguntó y Mokuba lo vio ofendido.

-       Yo también estoy bien Seto, gracias por preguntar, ¿el negocio que me encargaste? Fue pan comido, nada del otro mundo – dijo con sarcasmo mientras se sentaba en la mesa.

-       Mokuba… no lo dije con esa intención – el menor lo vio molesto – por supuesto que me alegra que estás aquí y me interesa saber cómo lograste todo tan rápido – el menor ya se olía algo extraño, así que decidió ser más asertivo.

-       Antes de que te cuente cómo me fue, me podrías explicar ¿por qué los dos están juntos? – Joey abrió los ojos y Seto dio un pequeño salto, reacciones muy sospechosas para el menor.

-       Bueno… - Joey carraspeo e iba a inventarse una mentira, pero el castaño no lo dejo, insultar la inteligencia de su hermano no los ayudaría en su mentira.

-       Joey y yo estamos comprometidos, así que pronto nos casaremos – soltó sin miedo dejando a su hermano con la boca abierta.

-       ¿Qué? – fue lo único que alcanzó a articular.

-       Ahora sí cuéntame cómo te fue en la fusión – Joey quería tirarse de un puente, ¿es que Seto no conocía la comunicación asertiva?

-       ¡La fusión no importa ahora! – reclamó el menor – sólo me fui dos meses y ya van a casarse – gritó sorprendido - ¿cuándo ibas a decírmelo? – preguntó ofendido - ¿desde cuándo están saliendo? ¿Joey estás aquí en contra de tu voluntad? ¿acaso es una broma? – volteó a ver a todos lados esperando que alguien dijera “sorpresa es cámara escondida” o algo así.

-       No Mokuba, no estoy en contra de mi voluntad – dijo Joey avergonzado, pero la verdad esa platica no era su fuerte, además Seto sabía mentir mejor que él, así que decidió huir – bueno yo tengo que ir a mi trabajo, ya es algo tarde, nos vemos – se levantó de la mesa dejando a Seto con una cara de molestia por abandonarlo, así que Joey sonrió con pena y le regaló un beso en la frente de consolación, de igual manera le regaló uno a Mokuba y salió corriendo. 

-       Ay por dios… - al ver ese gesto tan “humano” entre ambos el pobre pelinegro quedó en shock, sólo se había ido dos meses… ¿cómo había pasado eso?

Seto por su parte sintió un hueco en el estómago al sentir el contacto, ¿qué le pasaba a ese perro? ¿cómo se atrevía a tomar tales confianzas?, volteó a ver a su hermano y estaba más rojo que un tomate, al parecer verlo tener contacto humano era algo vergonzoso, así que ambos decidieron cambiar de tema y continuaron hablando de negocios.

Continuara…

Venganza con V mayúscula. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora