By Atenea
1 de noviembre, once y cuarenta y tres de la mañana, Leipzig. Regresar a Alemania después de tanto tiempo viviendo en Suiza, estudiando y trabajando pude acabar la Universidad. Le prometí a mis padres y a mi hermana pequeña regresar a principios de noviembre, tengo tantas ganas de verlos.
Encendí un cigarro y me lo llevé a la boca dándole una primera calada mientras me dirigía a la base de taxis, mientras esperaba algún taxi, inhalaba aquel humo asqueroso pero relajante, sé que debería no hacerlo, estoy a un paso de llegar a casa y no puedo llegar oliendo a cigarro, pero tengo que relajarme de alguna u otra manera. Al acabarme aquel cigarrillo tire la colilla en algun lugar y llego un taxi.
- Podría llevarme a esta dirección - le mostré mi teléfono donde mi madre me había mandado la ubicación de la nueva casa.
- Claro - formo una sonrisa y encendió el auto.
Aquel camino se me hizo tan largo y aburrido que encendí mi teléfono conecté mis audífonos y comenzó a escuchar canciones mientras las tarareaba. De pronto mi teléfono vibro en mis manos. Era Emma... Conteste y escuche una vocecilla emocionada del otro lado de la línea.
- ¡Vienes en camino? - contesto Emma con entusiasmo.
- Amm, si... eso creo. - bromé y solté una risa burlona.
- Graciosa, bien te esperamos en casa, te quiero... - y colgó.
- Chiquilla malcriada - Solté una risa melancólica antes de apagar el teléfono.
- ¿Su hija? - contesto el conductor.
- Eh... - respondí confundida.
- ¿Si, la niña es su hija? - dijo ahora en el mismo estado que yo,
- Oh no, ella es mi hermana pequeña. - dije con una pequeña risa.
- Oh lo siento... -
- No hay problema. -
En un segundo me percate que el auto se detuvo en una casa preciosa de tres plantas.
- serian ocho euros. -
- Amm si, aquí tiene. - dije mientras le entregaba el dinero.
baje del auto y el chofer se dirigió a la cajuela ayudándome a bajar mis maletas.
- Gracias... -
Toque el timbre, la casa era preciosa, elegante, justo como la había imaginado durante todo el camino.
Una señora de unos 40 años, con uniforme blanco y azul cielo me abrió la puerta.
- Buenas tardes señorita, que se le ofrece. - contesto cortésmente.
- buenas tardes, soy Atenea, la hija de la señora Adela. -
- Oh, justo estaban esperándola, déjeme le ayudo con sus maletas. -
- oh, muchas gracias. -
Si la casa por fuera era preciosa por dentro era mucho mejor, todo blanco y perfectamente limpio, los muebles sin un poco de polvo. no me imagino lo difícil que debe ser limpiar todo esto. sin pensar mas me adentre a la casa. escuche unos pasos apresurados correr escaleras abajo, era Emma...
- Atenea. dijo alargando la ultima letra. -
- Emma. dije repitiendo su acción. -
nos abrazamos felizmente, tenia demasiado de no verla, al menos lo suficiente para no recordar del todo como lucia, si no fuese por las fotos que mi madre me mandaba de vez en cuando yo no la recordaría.
- Luces preciosa. dije mientras le daba una vuelta. -
- Tu igual. no sabes lo mucho que te eh extrañado. - contesto mientras se limpiaba sutilmente las lagrimas que comenzaban a asomarse por sus preciosos ojos verdes.
- Yo también te he extrañado. -
- Hemos re diseñado tu habitación, ven vamos a verla, -
subimos las escaleras y ella me condujo hacia una de las habitaciones, nos adentramos y ¡Dios, era preciosa! La cama era de matrimonio, perfecta para mi, suelo moverme demasiado al dormir. A los lados de la cama estaban unas hermosas mesitas de noche de madera, arriba de estas reposaban unas hermosas lámparas, todo era perfecto.
No tarde mucho en instalarme, y por supuesto Emma me ayudo, guardando mi ropa y acomodando algunas cosas en el baño.
- Bien, hemos terminado, ahora largo, necesito un balo y descansar. - dije en tono de burla
- bien, bien, me voy, no vayas a golpearme. - dijo repitiendo mi tono.
Me senté en la cama, viendo todo a mi alrededor, todo era perfecto, nada malo podría pasar, ¿oh, si?