By Atenea.
Mi cabeza dolía, mis ojos cansados eh hinchados, el insomnio a más no poder, el miedo se acumulaba, la ira, la frustración, la repugnancia y el dolor, tantas emociones juntas en un mismo cuerpo, que fastidio.
No pude dormir nada en toda la puta noche, mi estómago y mi feminidad me dolían, obviamente esto tenía un poque y un por quien, Gustav me había lastimado demasiado. Estaba decidida a no salir de la habitación durante un buen tiempo, no quería verle la puta cara al desgraciado de Gustav, no quería recordar lo repugnante que fue.
- Buenos días... - Dijo Tom. Al parecer no era el único que no había dormido bien.
Me límite a no decir nada, no quería romper en llanto de nuevo, aunque siendo sincera, lágrimas ya no me quedaban, las gaste todas, en toda la puta noche.
- ¿Cómo estás? - pregunto gentilmente.
- ¿Cómo crees? - trate de no contestar groseramente, pero fue inevitable.
- Okey... - Se levantó de la cama y salió de la habitación dejándome allí sola, en esta maldita habitación que enfermaba, en la habitación donde ocurrió todo, en la puta habitación donde Gustav me robo mi virginidad y la poca inocencia que me quedaba.
- ¡Te odio! ¡Lo odio! - grite aquello como 10 veces no lo sé exactamente, pero lo que dije era verdad, odiaba a Gustav con todo mi ser, lo repudiaba, el arruinó por completo mi vida, nada sería igual, nada...
By Tom.
- Buenos días. - dije seriamente a todos.
- Hola. - Respondieron al unísono.
- ¿Qué hay de desayunar? - forme una sonrisa.
- Hicimos quesadillas. - Dijo Emma.
- Bien, me llevaré unas cuantas para Atenea y para mi. - Tome un plato y puse en el unas cuantas, salí de la cocina y me acerqué a las escaleras, di un paso para subir, tratando de no caerme con el plato de comida que llevaba.
Llegue a la habitación y me las arregle para abrir la puerta, vi a Atenea en un asiento al lado de la ventana, con las piernas en el pecho y la cabeza gacha, sollozando y maldiciendo. Me acerqué a ella y puse el plato de quesadillas frente a ella, Atenea subió lentamente la cabeza viéndome a mi y después al plato.
- Come un poco, te hará bien... - Dije casi en un susurro.
- No tengo hambre. - Ella mentía, por dentro moría de hambre.
- Se que tienes hambre, por favor come... -
- ¡No quiero! - Grito ella rompiendo en llanto al instante.
Me quedé callado, la incomodidad me invadía, el pesar de haber ido a aquel pub a alcoholizarme otra vez y dejarla aquí sola expuesta a cualquier riesgo o a Gustav en particular. Sabía que esto iba a pasar tarde o temprano, pero nunca imaginé que tan pronto lo haría.
- ¡Carajo! ¡Come! - Estaba empezando a enfureserme, no estaba para este tipo de berrinches, aunque en realidad este no era uno, tenía razones para estar así, ella no sería la misma desde anoche, me pregunto ¿Quién estaría normal después de ser abusado sexualmente? Nadie sería igual, nadie estaría normal.
No se como Gustav puede cargar en su podrida conciencia, tantas violaciones y asesinatos, quiero decir, no soy la persona mas adecuada para hablar de ello, pero Dios, incluso me atrevo a decir que el es más cruel, mas despiadado, y más malvado que yo, que el mismismo Tom Kaulitz, vaya suerte la que deben de tener aquellas chicas que llegan a ser putas de Gustav, ninguna dura más de 7 meses, todas mueren, enferman o sólo Gustav se aburre de ellas y se deshace de ellas, que igual yo me he desecho de muchas...