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By Atenea

Encendí la ducha nuevamente, una vez que el agua estuvo en la temperatura que quería entre en ella comenze a bañarme como de costumbre pero me costaba mantenerme en pie gracias a la herida y el jabón, realmente temia caerme y no poder levantarme.

  Estaba lavandome el pelo cuando escuché que tocaban la puerta.

- ¿Quién? - grite lo suficientemente fuerte para que la persona del otro lado escuchara.

- ¿Todo bien ahí adentro? - la voz que escuchaba era grave pero no pide reconocer quien era gracias a él sonido del agua caer.

- Amm si. - respondí.

Nadie respondió por lo que seguí en lo mío. Terminé de ducharme y tome la toalla que estaba afuera, me la enteré en el cabello y me puse la otra cubriendo mi cuerpo.

Salí del baño y como era de esperarse tropecé y caí. Solté un gemido de dolor había caído de boca y le herida estampó con el piso.

- ¿Estas bien? - dijo George entrando al baño.

- Si, lo estoy. - el me ayudó a levantarme. Supongo que el era el más noble de todos.

- Ten cuidado puedes lasti... - la toalla se me cayó dejando al descubierto mi cuerpo completamente desnudo frente a el.

El enseguida se volteó a otro lado cerrando los ojos, yo me agache intentando tomar la toalla y enredarmela de nuevo.

- ¿¡Que coño?! - Dijo Tom entrando al baño.

- Tom... No es lo que parece lo prometo. - contesto George nervioso.

- A no George, claro que no parece que estabas a punto de cogerte a mi puta. - respondió Tom, estaba demasiado molesto.

- Y tú no dirás nada? - Tom se dirigió a mi.

- Tropecé y George me ayudó a levantar pero la toalla se cayó... -

- Si, claro. -

- Sal de aquí George, más tarde hablaremos. - George salió casi corriendo

- Estaba dispuesto a esperar que te recuperaras pero tu no ayudas princesa. Eres tan hermosa. - Tom miró mi cuerpo analizandolo con lujuria.

- No, tom... - dije asustada.

- oh Tranquila muñeca no lo haré por ahora, sólo quiero tocarte. - bajo una mano lentamente por mi abdomen llegando a mi intimidad. Me estremeci ante su toque.

- No, tom, por favor... - Tom empezó a tocarme, era bastante incómodo y tenía miedo...

- Debes aprender a que sólo yo puedo tocarte ¿comprendes? - dijo acariciandome con más fuerza.

- ¡ahh! T~Tom Basta. - No pude evitar soltar ese gemido, pero yo no quería...

- Se que te gusta, no puedes negarlo. - dijo tom besandome el cuello.

- ¡Tom! ¡Ya! ¡Basta! No quiero esto... - dije temerosa, las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos.

- No me importa lo que quieras, si me importase no estuvieras aquí. - dijo mientras intrucia dos de sus dedos en mi.

Solté un pequeño gemido, trataba de esconder el placer que esto me ejercía tratando de camuflarlocon miedo.

- Esto es una advertencia muñeca. - dijo empujandome causando que volviera a caerme

  Me sentía aliviada, realmente no quería perder mi virginidad en estas condiciones, no tenía prisa...

  Me cambié y salí del cuarto, seguía asustada, no podía salir del trance en el que estaba, ni siquiera cuando la puerta de la habitación se abrió, entraba George con unas cosas para cambiar mis vendajes,  Tom a un lado vigilando que George no se sobrepasara conmigo...

- Bien, cambiaremos eso. - señaló las vendas.

Yo no respondi me quedé sentada en la cama viendo un punto fijo, con los ojos llorosos y un horrible miedo en la garganta, quería llorar pero no lo haría, no quería ver a Tom a los ojos, me daba miedo...

- ¿Que sucede? Te ves mal. - dijo George extrañado

  Seguí sin responder no podía salir del trance, temia que Tom me tocará, temia que Gustav tratará de violarme nuevamente, temia de lo que pudiesen hacerle a mi madre o a Emma...

  George me tocó el brazo para hacerme reaccionar, pero mi reacción fue darle un manotazo, las lágrimas salían rápidamente y sin control de mis hermosos ojos verdes.

- ¡Ey! Tranquila sólo quiero cambiarte las vendas. - dijo George sin más preocupado.

- Lo siento... - tartamude un poco entre sollozos

  Me acomode en la cama para facilitarle el trabajo a George, sentí la mirada de Tom clavada en mi, era una mirada malvada, una mirada que planeaba que sería lo siguiente que haría.

- Ya casi sana, tuviste suerte de que no fuera tan profunda. - dijo George coleando a ver a Tom.

Seguí sin responder sólo lloraba, quería salir de esta habitación y correr a ver a mi madre y a Emma.

By Emma.

Ya no me quedaban más lágrimas mis ojos estaban secos, estaba deshidratada, no había comido bien, sólo podía pensar en los gritos de mi madre mientras Gustav la violaba incontables veces, a diario, no sabía si sería así siempre o si llegaría el momento en el que la matara o la vendieran como una puta a un desconocido.

  Estaba atemorizada tenía demasiados moratones en los brazos y piernas, los cuales había causado Bill, siempre pensé que Bill era diferente a Tom, pero estaba equivocada, sabía que no debía hacerlo enojar, o si no quedaría con un ojo morado y sangre en mis labios o nariz. Me dolían los brazos de los moratones y las cuerdas que me ataban fuertemente a la silla, el cuarto olía a humedad, a diferencia de la casa fuera de ese asqueroso cuarto era más bonito y un poco más elegante, pero la habitación era vieja y descuidada.

- Te traje algo de comer. - dijo Bill entrando a la habitación.

- No quiero ahora, gracias... - contesté sutilmente agachado la cabeza.

- No me importa ¡Come! - me grito Bill antes de darme una bofetada. La mejilla comenzó a arder y mi labio a sangrar nuevamente.

Abrí la boca suavemente dejando que Bill me diera un bocado de una quesadilla. Al terminar tome el último trago de jugo que quedaba.

- Lo he estado considerando, y pienso que ya es hora de que salgas de aquí y seas mía. -

- ¿Tuya? - respondí confundida.

- Si, mía. -

- Lo que sea, pero Sacame de aquí. - dije desesperada.

- Que fácil eres Emma. - dijo Bill apretando una de mis mejillas

  Pronto saco una navaja y cortó las cuerdas que me ataban. Por fin volví a estar de pie y fue la mejor sensación sentir mis brazos y piernas nuevamente libres.

  Bill me tomo de la cintura y me saco de la habitación, al fin olía algo que no fuera humedad y quesadillas. Me sentía mucho mejor pero aún necesitaba ver a Atenea y mi madre. Ver a Atenea sería más complicado que ver a mi madre ya que Atenea se encontraba en el piso de arriba.

- Emma. - dijo mi madre saliendo de la habitación de Gustav toda golpeada.

- Mamá. - rollo de antes de correr a ella para abrazarla

  Nos dimos un abrazo, estaba muy preocupada, su cara estaba llena de moratones y ni se diga de sus brazos, Gustav no es lo que aparenta...

  Al principio crees que es un santo y que es de fiar, pero es todo lo contrario es un depravado, alcohólico y un enfermo sexual.

  Gustav se dirigió a la cocina en busca de algo y cuando lo encontró lo abrió y comenzó a beber, si era una cerveza, al parecer era el único que la consumía frecuentemente.

- Estas bien amor? - pregunto mi madre tocándome por todas partes.

- Si, lo estoy. - dije al borde del llanto.

- ¡Dios! Que te ha echo el mamá. - respondí preocupada.

- Tranquila mi niña, estaré bien... - Sabía que mentía, ella prefería que no nos preocuparamos aunque ella estuviera derrotada.



Un grave ERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora