By Bill.
Seguía tendido en el piso, mi brazo poco a poco dejaba de sangrar aunque aún me dolía demasiado. En cuanto a Atenea ella seguía inconciente no sabía si era del susto o por que en verdad Tom se había excedido.
- Atenea... - le hable sin conseguir la más pequeña respuesta de su parte
- Atenea, estas bien? - No respondió...
- ¡Atenea! ¡George! !Gustav! - parecía muerta, estaba pálida e inmóvil...
Rápidamente George y Gustav entraron por aquella puerta.
- Que sucede Bill? - respondieron al unísono mirándome preocupados.
- Atenea... creo que está muerta... - dije con la voz temblorosa.
- ¿Muerta? - voltearon a ver a Atenea y se pusieron pálidos...
- amm... Que vamos a hacer... - me miró Gustav, aún pálido.
- No lo sé, deberíamos revisarla? O llamarle a Tom? -
- A Tom no le importará Bill, tenemos que verla. Tomé un pequeño curso de medicina hace unos cuantos años. - dijo George sin apartar la vista de Atenea.
- Ok... - Respondimos al unísono.
Le quitamos las cuerdas que la ataban a la silla y la llevamos al cuarto de Tom. Su herida seguía sangrado a ratos eso me preocupaba, no sabía cuanto tiempo habría estado inconciente.
- Bien traiganme, algo para limpiar la herida, unas gasas y vendas. - respondió George mientras recostada a Atenea en la cama.
Gustav y yo nos fuimos a buscar las cosas que nos había pedido George, al encontrarlas subimos rápidamente las escaleras hasta el cuarto de Tom.
- Aquí está. -
George nos recibió las cosas y comenzó a limpiar la herida, se veía doloroso... Le puso las gasas y el vendaje, me preocupaba que que no despertará...
- debería despertar en una media hora, máximo una hora. - Dijo George más tranquilo.
- Estará bien, Bill. -
By Tom.
- Usted y yo, tenemos una charla pendiente. - Por obvias razones Jonás no respondió, estaba sedado.
- Que pasaría si su esposa se enterara de todo lo que ha echo... - dije mientras buscaba los cables que lo mantenían con vida.
- Que pasaría si se enterarán de lo que le hizo a mis padres. -
- Que pasaría si supieran que los mató. -
- Abre la puerta Tom. - dijo Emma al borde del llanto.
No respondí, sólo seguí con aquella charla tan interesante.
- Usted no merece lo que tiene infeliz, usted es un ¡asesino! -
- Y merece pasar por lo mismo... - y de una vez por todas desenchufe aquellos cables y con mi navaja los corté para ir así no hubiera manera de volverlo a conectar.
En un instante aquel pitido horroroso que me recordaba a la muerte de mi madre Simone y mi padrastro Gordon. El merecía morir, no merecía la familia tan maravillosa que tenía, en realidad lo envidian un poco. El si pudo ser feliz.
Ahora debía encargarme de las dos mujeres gritando y llorando del otro lado de la puerta, los médicos no tardarían en llegar... Llame a Bill, no podría subirlas a las dos yo solo.
- Bill vengan rápido al hospital, necesito de su ayuda. -
- Si, Tom. - sonaba preocupado...
No espere a que colgará, me guarde el teléfono abrí la puerta y jale las dos chicas dentro.