By Tom.
- ¡Soy un idiota! - Grite a la nada.
- ¿¡Que carajo me pasa?! - Patee un poco de la arena que me rodeaba.
- ¿¡Por que me detuve?! ¿¡Porque no la mate?! - Esa pregunta rondaba mi cabeza todo el tiempo
Me deje caer en el suelo sucio, destrozado, me sentía tan humillado, me enamore de ella, ¿Cómo puedo amarla? Tom Kaulitz jamás se ha enamorado, Tom Kaulitz nunca se compadece de nadie. ¿Por qué ella es tan diferente? Estaba cabreado, muy cabreado, no quería amarla, pero simplemente era algo que no podía evitar. Quería ahogar mis penas, asi que, lo siguiente que hice fue dirigirme al Pub mas cercano, a beber y cogerme una de las muchas putas que se vendían por 10 euros, o gratis para mi.
Entre al pub con los oídos apunto de estallar por la musica. me senté en la barra y ordene algo fuerte, mis ojos estaban rojos y llorosos, mis manos temblorosas y sudorosas.
- Aquí tiene, señor Kaulitz. - Y era conocido en el lugar, lo frecuentaba mucho.
- Largo. - Ordene y el chico se fue rápidamente.
Pronto observe a una chica a lo lejos bailando y disfrutando de la musica, estaba preciosa, curvilínea, rubia, aunque no lograba ver su rostro por que estaba dándome la espalda. Me quede viéndole un rato mas, hasta que se percato que la miraba y se dio la vuelta. Y ahí me di cuenta, era Theresia, una de mis putas mas antiguas.
Ella pronto se acerco a mi, se sentó a mi lado y pedio algo de tomar.
- Vaya, que sorpresa tenerte por aquí, Theresia. - le di un sorbo a mi bebida.
- Cuanto tiempo Tom. - Respondió Theresia viéndome con sus profundos ojos azules, esos ojos azules, que me recordaban tanto a atenea...
- Y dime, que haces en Alemania, por lo que supe te habías largado, a los Ángeles, ¿no es asi? - le respondí fríamente.
- Asi es, me fui un tiempo, pero estoy devuelta. - Me dio una sonrisa de oreja a oreja.
- Eso me alegra. - le dirigí una mirada fría y penetrante.
- Cuéntame, sigues matando gente inocente y secuestrando niñas. - Theresia me miro y le dio un sorbo a su bebida.
- Si. - le conteste maliciosamente.
- La muerte de tu hijo no te hizo reflexionar, cierto. - Me miro dolida.
- Nunca supe si lo fue, asi como abriste tus lindas piernas para mi, pudiste haberlo hecho para otros mas, como la puta que eres. - Le hable con sarcasmo y vi como una lagrima rodaba por su mejilla.
- Idiota. - Se levanto de su asiento y salió del pub.
Seguí tomando, hasta que no podía mas y salí del pub encendiendo mi auto y manejando frenéticamente, como de costumbre, por suerte las calles estaban solas, asi que si me estampaba probablemente seria con un poste de luz o con un idiota que se atreviera a cruzarse en mi camino.
Finalmente llegue a la casa, y abrí la puerta, sin cuidado alguno, para después cerrarla de un portazo, sin que me importara en lo absoluto despertar a alguien.
Subí las escaleras y entre en mi habitación, donde Atenea se encontraba dormida, tan frágil, tan golpeada, tan dañada, por mi...
Me quite la ropa y me acosté a su lado, abrazándola y pidiéndole perdón en voz baja para no despertarla. Pronto, las lagrimas se hicieron presentes en mis ojos amenazando con salir, me sentía tan culpable, estuve apunto de cortar su carne de nuevo, de dañarla mas, "Soy un idiota" pensé, las lagrimas rodaban por mis mejillas, este sentimiento era nuevo y lo odiaba, odiaba sentirme asi, odiaba sufrir por ella, quería hacerla llorar y sufrir, pero simplemente no podía...