IT'S NOT YOU || KOOKV

ELEVEN

— ¿Estás listo?

— Y sigues preguntando lo mismo, por supuesto que lo estoy. —respondió el joven, mirando a su alrededor asegurándose de que no haya nadie, observandolos.— No esperemos más y entremos a robar a esa vieja.

— Si es así entonces vamos. —se arregló su capucha para después portar el arma correctamente.

Ambos hombres empezaron a trotar en dirección a una tienda de insumos diarios, ni bien entraron los dos levantaron sus armas apuntando a la mujer, quien era la vendedora del lugar.

— ¡Arriba las manos y más vale que no grites! —exclamó uno de ellos, mientras su otro compañero se encargaba de sacar todo el dinero de la caja que estaba cerca de la fémina— ¡Apúrate idiota!

— ¡No me grites, imbécil!

— ¡POLICÍA, arrestenlos!

La presencia de los oficiales interviniendo en el asalto fue de un abrir y cerrar de ojos. Y para los jóvenes no fue más que su desdicha y mala suerte que tuvieron al ser descubiertos.

— Ustedes, quedan detenidos por asalto a mano armada ¡Llevénselos! —declaró uno de los miembros de la policía, guardando su armamento de trabajo en uno de sus bolsillos especiales que cargaba.

Cuando se aseguró de que sus compañeros hayan cumplido con su orden, el máximo representante en ese entonces se permitió acercarse a la mujer, quien estaba llorando por todo lo que había sucedido en menos de un minuto.

— Ya todo pasó, no se preocupe. —dijo el oficial Kim, consolando a la mayor con un abrazo de protección.

— Gracias señor policía, en serio muchas gracias. —agradeció la señora aferrándose al hombre. Sus manos temblaban levemente y las lágrimas de sus ojos no paraban de salir.

— Es nuestro deber velar por la seguridad de nuestros ciudadanos —respondió el joven, sintiéndose bien de haber evitado una tragedia.

— Gracias, se lo agradezco. —dijo la señora nuevamente, sorbiendo su nariz.

— ¡¿Mamá, que pasó?¡—un adolescente ingresando al lugar, llamó la atención de las dos personas.

— Unos tipos estuvieron a punto de robar la tienda. —contestó el oficial; separándose de la mujer, para que esta pudiera abrazar a su hijo.— Les pido que vengan a la comisaría para que pongan la denuncia en contra de esos delincuentes. Ayudará mucho en cuanto a su tiempo de condena.

— Y así será —contestó el menor de todos.

— Bien, los espero en el centro entonces. Con permiso. —el policía salió de la tienda para después ingresar al auto en donde lo esperaban sus compañeros y aquellos dos chicos que estaban con la cabeza agachada.— Vámonos.

El auto comenzó a avanzar, y solo fue poco el tiempo en que llegaron al lugar. Los dos jóvenes fueron conducidos a una de las carceletas en ese momento.

— Kim ¿Y esos jóvenes? —preguntó Sehum.

— Quisieron robar en una tienda. —respondió el hombre, caminando en dirección a su compañera de trabajo— Quiero sus identificaciones de los arrestados.

— Si señor. —respondió la chica, parándose de su asiento para dirigirse a la sección de cárceles del lugar, acompañada de un colega.

— Cada vez la juventud está mas peor. —comentó Sehum, quien lo había seguido desde que llegó— No entiendo que hacen sus padres por ellos, que no logran educarlos como se debe.

— Yo tampoco comprendo. —contestó Kim, sirviéndose un vaso con agua, después de haber cumplido con su tarea.

Su compañero iba a seguir con la plática, pero una persona con mayor rango intervino en el ambiente.