La trama sigue a Victoria Walker, una joven luchando contra la esquizofrenia, cuya vida da un giro al desaparecer su padre, el detective Jules Miller. Su familia se muda a Moonlitgh, un pueblo aparentemente tranquilo lleno de secretos oscuros. Victo...
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«Su locura... Su locura le mantiene cuerdo. – ¿Y crees que es el único?».
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Su mirada penetrante parecía escudriñar los rincones más oscuros de mi ser, como si pudiera leer mis pensamientos más profundos con solo un vistazo. Sus ojos, tan negros como la noche sin estrellas, destilaban una oscuridad insondable que me hacía estremecer hasta lo más profundo de mi ser. Mis manos temblaban, aferradas al libro como si fuera mi único salvavidas en aquel mar de sombras.
A medida que sus pasos resonaban en la estancia, mis propios movimientos retrocedían instintivamente, como si mi cuerpo supiera que aquella figura enigmática representaba un peligro inminente. El miedo me paralizaba, pero una voz en mi interior susurraba con insistencia: "¡corre, corre, corre!"
"Corre, corre", musité en un susurro tembloroso.
–¿Ahora sientes miedo de mí, después de lo que has dicho? –su voz resonó en el aire, cargada de un aura amenazante.
–Dicen que eres un guardián de historias, ¿es verdad? –intenté romper la tensión con una pregunta, aunque mi voz delataba mi nerviosismo.
–Es verdad. ¿No te gustaría quedarte y escuchar relatos eternos en este lugar? –su tono era sereno pero a la vez imponente, envolviéndome en una atmósfera de misterio y peligro.
–¿Acaso planeas hacerme lo mismo que hiciste con los habitantes de Moonlight? –mis palabras salieron entrecortadas, mientras mi corazón latía con fuerza en mi pecho.
–¿Lo hice? –su respuesta dejó un halo de incertidumbre en el aire, como si su verdad fuera un enigma por descifrar.
–¿Lo hiciste? –insistí, buscando respuestas en su mirada enigmática.
–Quizás sí, quizás no. ¿Qué opinas tú? –su voz resonó a mi alrededor, mientras se acercaba lentamente, envolviéndome con su presencia amenazante. Retrocedí involuntariamente, tropecé y sentí su mano fría como el hielo sujetar mi cintura, mientras la otra aprisionaba mi muñeca con firmeza.
–Deberías tener cuidado, observa el caos que has desatado –susurró cerca de mi oído, su aliento frío enviando escalofríos por mi espalda. Miré a mi alrededor, los libros esparcidos por el suelo pasaron a segundo plano. Él me tenía atrapado en su red de misterio y peligro, y no parecía dispuesto a dejarme escapar.
