— El concepto es un poco lóbrego —la mujer observa con detalle la pintura sobre el lienzo—. La postura en arabesque... ¿Prácticas ballet? —inquiere con interés.
— No. La imagen solo surgió en mi cabeza —me justifico. La profesora asiente aún sin despegar los ojos del lienzo. Su dedo acarician los trazos de la pintura y asiente con satisfacción.
— Me encanta —admite—. Los detalles, el fuego, y sobre todo el sentimiento que lograste capturar. Felicidades Ianthe, has pasado la materia.
Sonrío con satisfacción.
— ¿Te importa si me llevo el lienzo? Me gustaría exponerlo como portafolio de evidencias para la academia.
— En absoluto, todo suyo. ¿Puedo retirarme? —la profesora asiente y sin más, doy media vuelta y salgo del aula.
En el trayecto me topo con el profesor Theo, que únicamente me regala una media sonrisa antes de ingresar al aula frente a él. Continuo mi camino hasta la salida del instituto.
— ¡Ianthe! —la voz de Evan a mis espaldas logra detener mi caminata. El azabache me alcanza, y me quedo atenta a lo que sea que quería decirme.
— ¿Si?
— Quería preguntarte algo —sus dedos rascan la piel de su barbilla y muerde su labio ligeramente.
— Pues dime —respondo impaciente.
— ¿Has visto a Eliana? —mis ojos lo miran despectivamente y debe haberse dado cuenta que poco me importaba su paradero pues enseguida continúa—. Lo sé, no te importa, pero lleva dos días sin dar señales de vida. Su familia está preocupada, tal vez pensé que podrías saber algo.
— No te equivoques Evan, los asuntos de Eliana me tienen sin cuidado. No perdería el tiempo con ella, y de quererlo, ya me habría encargado de ella hace mucho tiempo —me encojo de hombros—. ¿Por qué no le dicen a su jefe que su amiga está desaparecida? ¿O tampoco le importa? —inquiero. Los labios de Evan se curvan en una media sonrisa.
— Eres una hija de...—le interrumpo.
— ¿A ti te interesa? —Evan sacude la cabeza, del bolso de su pantalón saca una cajetilla de cigarros y me ofrece uno. Saco el tabaco y lo pongo entre mis labios. Después de que Evan saca otro cigarro para él, guarda la cajetilla y enciende los cigarros.
— Estoy seguro que aparecerá. Siempre lo hace —le doy una calada al cigarro y dejo salir el humo por la boca—. Kurt se preocupa demasiado, ya sabes, por el asesino serial —Evan expulsa el humo por los orificios de la nariz y vuelve a dar una calada al cigarro.
Asiento.
— ¿Y Collin? —pregunto—. Él debería saber ¿no?
— Collin dejó de salir con Eliana casi antes de tu accidente, ¿No recuerdas? No, qué va. Ahora sale con una pelirroja.
Y los recuerdos de aquel día en el que Collin me había defendido en el auditorio de Eliana vuelven a mi cabeza. Al salir del instituto lo había visto besándose con la pelirroja, era cierto.
— No es un recuerdo que mi cabeza quiera conservar —me encojo de hombros. Le doy otra calada al cigarro y contengo el humo unos segundos, después lo dejo salir.
— ¿Me vas a decir que Collin ya no te interesa? —Evan eleva una de sus cejas gruesas mirándome con morbo. A cambio, ruedo los ojos.
— El amor no forma parte de mis intereses.
— Por supuesto —ríe con sorna—. ¿Qué haces hoy?
— No tengo idea. ¿Y tú? —aunque verdaderamente poco me importaba.
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B R O K E N
Teen Fiction«Los monstruos no nacen... los humanos los crean». A los veinte años, su vida ha sido una guerra silenciosa. Desde el abandono de su padre, el rechazo de su madre y el peso brutal de la pobreza, aprendió a defenderse como fuera: primero con silencio...
