T R E I N T A Y C U A T R O

558 38 17
                                        


El hombre frente a mi me mira hasta que parece cansarse de hacerlo, hasta que parece convencerse de que realmente soy yo, Ianthe

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



El hombre frente a mi me mira hasta que parece cansarse de hacerlo, hasta que parece convencerse de que realmente soy yo, Ianthe.

— Ianthe —jadea con sorpresa, y una sonrisa aparece en su rostro—. No sabía que estarías por aquí.

Me quedo pasmada en mi lugar. Sin embargo logro recuperarme en un par de minutos. Ese hijo de puta traicionero.

Me obligo a fingir.

Era la oportunidad perfecta para sacarle información, haciéndole creer que seguía con amnesia.

Me pongo de pie y camino hacia Reich.

— Es bueno ver rostros conocidos por aquí —le respondo y enseguida le permito envolverme en un abrazo paternal.

— Te ves guapísima —comenta—. Hace tanto tiempo sin vernos que ya no te reconocía —me halaga.

— He cambiado —confieso—. Además, debía venir acorde al evento ¿no? —Reich asiente.

— Venga pongámonos al día, ¿Les importa si me la llevo un poco? —pregunta a los chicos, al mismo tiempo que ellos niegan, empezamos a caminar por el lugar. Reich atrae a un mesero, que pronto nos extiende dos copas de, pruebo el líquido y el sabor amargo embriaga mi paladar, champán.— Me enteré que pasaste por el fosa.

Mis dedos se contraen contra la copa de cristal. Ese hijo de puta de Geoff.

— ¿Qué mentiras te sopló el viejo? —terminó de beberme el champán y me quedo con la copa vacía en la mano. Reich sostiene mi brazo.

— ¡Asesinaste a una mujer, Ianthe! —sisea—. ¿Qué es lo que ocurre contigo? Pensé que esos episodios de ira habían quedado atrás.

— No recuerdo ni una maldita cosa, carajo —admito—. No quise asesinarla.

— Le estás dando armas muy poderosas a Geoff para tenerte donde quiere.

— Esa mujer era idéntica a Sarah —confieso. Reich me mira, con un atisbo de preocupación en sus ojos.

Reich era la única persona, dentro del clan de Caín, que sabía todo en absoluto sobre el tema de Sarah. Ni el propio Caín estuvo enterado del infierno que viví en Giamatti.

Eso era algo que debía atribuirle a Reich, su apoyo y su complicidad.

— Era como si Geoff supiera mi debilidad —continuó—. Él me ofreció un cóctel de drogas y estúpidamente acepté. A partir de ahí no recuerdo nada.

— ¿Cóctel molotov? —inquiere, y asiento enseguida—. Esa cosa no debió ponerte eufórica por mucho tiempo Ianthe. De principio te da energía, la suficiente para mantenerte activa, y después te hace caer en un sueño profundo. El efecto activo no dura mucho tiempo.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora