V E I N T I C U A T R O

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Poder

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Poder.

Una vez que conoces la palabra y todo lo que conlleva; lo único que queda hacer es, saber utilizarlo con inteligencia.

Por primera vez a lo largo de mi vida, había decidido hacer lo correcto. Lo que me daría el poder y el placer de disfrutar la humillación de Eliana frente a todo el instituto. Camino por el pasillo con una sonrisa socarrona estampada en el rostro, era la hora del desayuno para la mayoría de los alumnos, por lo que los pasillos se muestran concurridos.

En el trayecto hacia la cafetería las miradas curiosas no se hacían faltar, y por supuesto ¿Qué hacia la hija del director junto al detective? ¿A quién buscaban? Y lo más importante, ¿por qué?

Aunque normalmente evitaba situaciones que conllevaran la atención de más, esta vez lo utilizaba a mi favor. Quería que Eliana se hundiera en su propia mierda, y que todo el instituto recordara este día.

Finalmente, cuando entramos a la cafetería el sonido de la multitud de alumnos nos envuelve. Sin embargo, con cada paso que damos, el ruido de los murmullos va disminuyendo. Ubico a Eliana sentada en una de las mesas laterales, a su lado los dos chicos malos la acompañaban sumergidos en sus platos de comida.

Parker es el primero en acercarse, Eliana se tensa sobre su lugar cuando se da cuenta de la presencia del detective. Su mirada va del hombre castaño hacia mí, sin evitar extender más mi sonrisa.

— Eliana Russell quedas detenida por allanamiento de morada, y abuso de confianza. Tienes derecho a guardar silencio y si no conoces tus derechos te los haré saber en el camino —el rostro de Eliana palidece, traga saliva y posteriormente me devuelve la mirada cargada de coraje.

— ¡Eres una hija de puta! —ruge con coraje mientras se pone de pie intentando encararme. Parker es más rápido y se pone frente a ella, bloqueando su camino.

— ¿Dejar una nota con tu nombre? —suelto irónica —¿Siempre fuiste así de estúpida? ¿Incluso antes de que perdiera la memoria?

— ¡Esto no se va quedar así! —promete.

— ¿Es una amenaza? —inquiero con un falso tono de miedo.

La mujer aprieta la mandíbula conteniéndose de soltar otra estupidez que pudiera comprometerla más de lo que ya estaba. Parker le coloca las esposas y permite que sea ella quién camine sola.

— Tendrás que presentarte a firmar la denuncia —avisa el hombre antes de dar media vuelta y caminar por detrás de Eliana.

En la cafetería todo es un completo silencio, nadie dice nada. Un golpe rotundo sacude la mesa frente a mí, el chico de corte militar se pone de pie y camina furioso hacia mí, pero antes de siquiera llegar, el chico del cabello oscuro se interpone entre los dos. Su amigo lo mira entre una mezcla de sorpresa y coraje.

— Tu prima te necesita, Kurt —espeta.

El susodicho no dice una sola palabra mientras da media vuelta abandonando la cafetería hecho una furia.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora