V E I N T E

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Capítulo 20.— Bienvenida, realidad.

Luego del episodio traumático lo único que había deseado era pasarlo sola. No necesitaba abrazos, ni tampoco palabras que no servían en nada. Para mí suerte, nadie más volvió a interrumpir la habitación y pude dormir como nunca antes.

Al día siguiente me propuse levantarme de la cama. Había sido un reto difícil, pero no imposible. Mis piernas no conseguían estabilidad total así que tuve que mantenerme apoyada a todo objeto que a mi lado estuviese. Una vez en el baño me despojo de la bata y quito el suero de mi brazo.

La imagen frente a mí causa escalofríos.

El espejo se volvía cruel a la hora de mostrarme la verdad.

Una sutura decoraba mi parte superior izquierda de la cabeza, y restos de lo que fuese un hematoma en mi pómulo derecho. No sé con exactitud cuánto había permanecido dormida pero debió ser por semanas, las costillas alcanzaban a verse.

— Bienvenida Ianthe, te acaban de convertir un monstruo —quito la mirada del espejo y prosigo mi camino a la regadera.

Tres días más tarde, el doctor vuelve con Healy por detrás, anunciando mi alta.

— Se te asignarán tres veces por semana terapia rehabilitativa. Martes, jueves y viernes. ¿Tienes algún inconveniente con los horarios? —niego—. Ahora, deberás tomar reposo por al menos una semana. Evita situaciones de estrés, por el momento.

— ¿Hay alguna guía de alimentación que podamos seguir? —inquiere Healy.

— No hay problema con los alimentos. Evitemos únicamente la carne de cerdo, de ser posible. Sugiero empezar a deshacernos de la venda en el dedo para que finalice el proceso de cicatrización y hay que desinfectarlo mínimo tres veces al día.

— De acuerdo doctor —responde Healy por mí.

— Y si me permiten, nos desharemos de los puntos en la cabeza y el dedo. Será rápido, no tomará ni cinco minutos —se apresura a decir, cuando me ve con intenciones de negarme. No me queda más que mantenerme quieta en mi lugar. Tal como había prometido, no tarda mucho ni tampoco duele nada—. Perfecto, buena chica.

Las palabras hacen eco en mi cabeza.

Buena chica...

— Eres buena chica, Ianthe.

Recuerdo la voz del rubio.

Lo conocía.

— Ianthe, ¿estás bien? —Healy mueve su mano frente a mí haciéndome volver a la realidad.

— Sólo recordé a alguien.

— ¿Recordaste algo? —inquiere el doctor frente a mí con interés.

— Sólo unas palabras, no recuerdo el nombre de todos modos.

— Está bien, tomalo con calma, todo irá reapareciendo poco a poco. Las terapias te ayudarán con eso.

— Gracias —tomo la ropa que Healy había puesto sobre la cama con anterioridad y con menos dificultad que antes, puedo caminar hasta el baño. El conjunto consta de un pans Adidas de dos piezas negro, y unas pantuflas blancas. Me visto y enseguida me apresuro a salir del baño. Ansiaba poder marcharme de aquí.

El doctor por último pide firmar unos documentos donde me da el alta, Healy es quién firma en modo de tutor y responsable.

El aire fresco me recibe en la entrada del hospital y no evito ampliar una sonrisa en mi rostro. ¡Por fin! Haber estado postrada estos días en el hospital me habían hecho sentir recluida.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora