Capítulo 21.— Euforia otra vez.
— Supe del incidente el miércoles... ¿Cómo te fue en las terapias? —cuestiona John a mi lado, mientras me mira con sus ojos cargados de preocupación.
— Los doctores dicen que voy avanzando rápido —me limito a responder.
— Lo del miércoles... -insiste.
— No fue nada grave —le corto de tajo.
— Te dijeron que evitaras situaciones de estrés...—
— Y justo ahora te estás convirtiendo en una maldita situación de estrés —mascullo. El azabache no dice más nada, y el ambiente de pronto nos envuelve en un silencio tenso. Jugueteo con los anillos en mis dedos sin saber qué decir, sabía que esta vez lo había arruinado yo—. Sé que te preocupas por mí, pero sé cuidarme sola —añado.
— ¿Cómo te sientes por mañana? —pregunta él a cambio—. Vuelves a la universidad, ¿No es así?
Resoplo.
— Detesto la maldita universidad, si por mi fuese, me tomaría el resto del año —John suelta una ronca carcajada.
— ¿Y por qué no elegiste una carrera de tu agrado?
— El arte me agrada, la universidad y los odiosos estudiantes no.
— ¡Esa es mi asocial! —sonrío.
— El término correcto es antisocial, al menos para mí —me encojo de hombros—. Que haya perdido la memoria no significa que olvide la sangre que mancha mis manos.
— Pensé que quizá te gustaría renovar esa mala vida.
— Lo último que merecen mis difuntos es que los olvide. Recordarlos es lo único que puedo hacer por ellos.
— Las circunstancias te obligaron...
— Hice lo que quise —corrijo—. Al menos no guardo la colección de noticias, eso John, es estar psicópata —agrego con humor.
— Seguro —me sigue.
Ambos nos quedamos en silencio mirando la serie policiaca que habíamos dejado pendiente en el hospital, y que, nos había intrigado a ambos. Sin poderlo evitar, extiendo mi brazo sobre el pecho de John que subía y bajaba en compas de su respiración, en un intento de un medio abrazo.
— Gracias —me limito a contestar cuando lo veo mirarme sobresaltado. Aquel simple acto, era un gran paso de afecto por mi parte. Lo veo acercarse a mi cabeza y dejar un beso en ella. Sin embargo, tomo de vuelta mi espacio personal, John ríe.
— Era mucho incluso para mi —dice, y después, saca su celular del pantalón. Lo veo leer y responder mensajes, sin embargo no dice nada.
— ¿Qué haces?
— Me invitaban a las carreras pero ahora estoy contigo —responde mientras bloquea su celular y lo guarda de vuelta.
— No canceles.
— No te pienso dejar por asistir allá.
— ¿Quién dijo que me quedaría? Te acompañaré. Y antes de que digas algo, ya pasó mi semana de reposo, estoy lista para salir al mundo —el azabache a mi lado se limita a rodar los ojos.
— Solo será un rato —acepta.
La música retumba por todo el circuito. Habían al menos unas doscientas personas, todas distribuidas al rededor de lo que parecía ser un molino abandonado. A unos cuantos metros por debajo se encontraba la pista donde una hilera de siete motocicletas de diferentes calibres posaban. John promete volver pronto mientras iba a saludar a sus colegas y por un par de bebidas. Por lo que me quedo sola.

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B R O K E N
Novela Juvenil«Los monstruos no nacen... los humanos los crean». A los veinte años, su vida ha sido una guerra silenciosa. Desde el abandono de su padre, el rechazo de su madre y el peso brutal de la pobreza, aprendió a defenderse como fuera: primero con silencio...