C U A R E N T A Y O C H O

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Después del teatro montado en la universidad, Xavier y Ianthe habían decidido volver al hotel, despidiéndose de Evan.

Necesitaban con urgencia un baño y descansar.

Xavier había pasado la mañana completa gestionando asuntos internos del instituto que su padre aún no había resuelto. Se preguntó qué había sido tan apremiante para mantenerlo ocupado y desobligado de sus responsabilidades laborales.

Se despidieron en el pasillo antes de ingresar cada uno a su habitación. Ianthe se llevó una sorpresa cuando vio en la cama un bouquet de rosas blancas y eucaliptos.

Se dirigió hacia el arreglo buscando el sobre con la tarjeta del remitente. Rasgó el sobre evitando dañar el contenido y sacó la tarjeta blanca.

En paz descanse,
Ianthe Grimes Stewart.
12. 22. 2017

Arrugó la tarjeta y lanzo la bola de papel lejos de ella.

Leer aquellas palabras lejos de asustarla le habían provocado coraje. Estaba cansada de lidiar con Sarah. Esa hija de puta pagaría todas y cada una de sus mierdas.

Acabaría con ella ni bien la tuviera enfrente. Se prometió.

La alarma contra incendios en el hotel se activó emitiendo un grotesco sonido ensordecedor. Los golpes incesantes del otro lado de la puerta la obligaron a dirigirse hacia ella, Xavier la miraba impaciente.

— ¡Se incendia el hotel! —le gritó.

Ambos se apresuraron a bajar por las escaleras de emergencia con urgencia, en el trayecto otras personas más se iban congregando. Al tercer nivel Ianthe se detuvo, la herida en su pierna escocía, vio la mezclilla del pantalón teñirse de carmesí, evidenciando que su herida se había abierto.

Xavier la miró con apuro y sin detenerse a pensarlo, la cargó sobre sus hombros, bajando los tres niveles restantes con el peso de Ianthe encima. Ni bien cruzaron la puerta de salida, el sonido de una detonación los hizo lanzarse contra el suelo.

Las alarmas de los coches aledaños se activaron creando un momento caótico. Una segunda detonación se activó, y el piso se cimbró. Llantos y gritos ensordecedores inundaron el lugar.

Xavier fue el primero en ponerse de pie, le extendió la mano a Ianthe auxiliándola a incorporarse.

— ¿Qué carajos? —preguntó Xavier con desconcierto.

Las personas se agruparon entre ellas mirándose sin encontrar razón de lo sucedido. Algunos de ellos se apresuraron a llamar el número de emergencias, alegando que desconocían si había más personas adentro del edificio.

— ¡Mi bebé! ¡Mi hijo está allá adentro! —exclamaba una mujer entre sollozos mientras abrazaba el pequeño cuerpo de su hija pequeña. La niña berreaba en silencio.

Ianthe miró la escena en silencio, quiso hacer algo pero su condición se lo impidió. Otro hombre se ofreció a buscar al niño, y la mujer le rogó que lo trajera con vida.

Xavier tiró de su mano, trayéndola de vuelta a la realidad.

— Tenemos que suturar esa herida.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora