Narrador Omnisciente
Al sur de la ciudad de Staten Island, Damon era el primero en enterarse del secuestro de Evan, no estaba solo, Ianthe le acompañaba. Adrien le exigía una cantidad exorbitante de dinero por el azabache, por supuesto que no lo pagaría.
«Ese imbécil se gana los problemas solo». Pensó.
Encendió un habano y después de relamerse los labios, le dio la primera calada. Botó el humo espeso por la boca, inundando la estancia del fuerte aroma de las especias que componían el tabaco. Se maldijo en voz baja una vez más antes de levantar el teléfono.
Al otro lado de la línea, la mujer frunció el entrecejo y se debatió unos minutos antes de contestar la insistente llamada.
— ¿Qué horas son estas de llamar? —quiso saber, con la voz molesta y los ojos aún cerrados.
Si interrumpía su ciclo de ocho horas, era casi imposible retomar una vez más el sueño. Sus hombres lo sabían.
Castigaría al responsable de haber hecho llegar esa llamada al teléfono de su habitación.
— Tienen secuestrada a Ianthe —informó la voz ronca y masculina al otro lado. Era Damon.
Los ojos de Concetta se abrieron a la par, y todo rastro de sueño se disipó.
— ¿Dónde?
— Aún no consigo saber...—la mujer lo interrumpió.
— ¡Consigue la información necesaria! —le demandó—. ¿Para qué me llamas si no sabes nada todavía? —y con molestia, colgó el teléfono.
Se quitó las sábanas de encima y encendió la luz de la habitación, entonces vió el reloj. 3:45 de la madrugada.
— ¡Enzo! —exclamó con fuerza, y enseguida un hombre castaño apareció por la puerta de la habitación con un arma en las manos, listo para accionar.
— ¡A la orden signora!
— Comunícate con Joseph, dile que es urgente que localice el paradero de Ianthe —el hombre asiente y se retira enseguida ante las órdenes de la mujer.
Al otro lado de la ciudad, por su parte, los gemelos custodiaban el almacén donde habían llevado antes a Ianthe y al azabache.
Aún seguían buscando la estrategia perfecta para asaltar el lugar. Debían ser discretos, y sobre todo, rápidos.
El timbre del celular de Aiden los puso en alerta, y sus mejillas se sonrojaron cuando su hermano al lado lo miró con reproche.
— ¡Joder Aiden! —masculló su gemelo con molestia, el rubio se encogió de hombros y sacó rápidamente el celular para callar el sonido.
En la pantalla aparecía un número desconocido y aunque se debatió internamente si debía contestar o no, terminó tomando la llamada.
— Diga —contestó con firmeza, Aaron lo miraba con escudriño al lado.
— Habla Joseph Cabrera, trabajo con Concetta. Es urgente, Ianthe está secuestrada —se apresuró a decir la voz al otro lado de la línea.
Aiden miró a su hermano en búsqueda de apoyo, pero el rubio solo atinó a encogerse de hombros.
— ¿Quién les ha dado aviso? —preguntó Aiden, Aaron a su lado asintió con aprobación.
— Damon.
— ¿Cómo? —quiso saber.
— Porque tienen a Evan y a Ianthe. Evan trabaja para Damon —explica Joseph.
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B R O K E N
Teen Fiction«Los monstruos no nacen... los humanos los crean». A los veinte años, su vida ha sido una guerra silenciosa. Desde el abandono de su padre, el rechazo de su madre y el peso brutal de la pobreza, aprendió a defenderse como fuera: primero con silencio...
