C U A R E N T A Y S I E T E

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— ¿Muerto? ¿Adrien está muerto? —inquiere Xavier con sorpresa, como si toda la información anteriormente recibida no fuera bastante.

Ianthe le había puesto al día ni bien llegaron al primer hotel que encontraron disponible. No habían podido volver a casa de René, puesto que ahora era parte de una investigación policial.

— Así es —le confirmó.

— ¿Cómo le diré a Myra sobre esto? ¡No puedo mentirle! —se negó—. ¿Dónde está su cuerpo?

Ianthe atinó a encogerse de hombros en un gesto indiferente que perturbó la presencia de su medio hermano.

— ¿Cómo te puede dar lo mismo? —preguntó ofendido.

— Ese imbécil se lo buscó. Me disparó, y a ti también, por si te habías olvidado —le recordó.

Xavier apretó los dedos en un puño. Por supuesto que lo recordaba, llevaba marcados su recuerdo en el cuerpo. Tres balas. Pero no podía restarle importancia al tema, aún así seguía siendo hermano de su pareja.

Comprendía la gravedad del problema, pero parecía que Ianthe no.

— Querías la verdad, ahí la tienes.

Xavier bufó.

No le era suficiente.

— ¿Y de René? ¿Has sido tú...?

Ianthe extendió una sonrisa maliciosa en el rostro. Negó la cabeza.

— Healy —respondió con frialdad.

— ¿Mi madre? —preguntó incrédulo.

— Tienes mucho por hablar con ella —respondió—. A propósito, tienen que volver, tienes que continuar tu vida cotidiana aquí. De lo contrario se mostrarán las inconsistencias en el caso de René.

Xavier asintió, asimilando la información recibida. Tenía mucho por hacer y poco sin saber cómo manejar el tema con Myra.

— No sé cómo decirle a Myra —confesó.

— René y Adrien estaban en conjunto planeando terminar conmigo —le dijo, tomándolo por sorpresa—. Mejor destino no pudo tener. Las balas le arrebataron la vida.

Xavier asintió.

La puerta de la habitación sonó un par de veces, Xavier se adelantó a Ianthe y abrió la puerta. La cabellera rubia de Healy se asoma por la puerta.

— No quería interrumpirlos, solo quería venir a agradecerte Ianthe. A agradecerte y a darte las respuestas que alguna vez buscaste.

Me quedo en silencio mientras me inclino hacia delante recargando los codos sobre el escritorio de la habitación, con interés. Xavier toma asiento en la orilla de la cama cerca de mi posición mientras Healy se mantiene de pie recargada sobre la puerta que cierra por detrás de ella.

— No es necesario que lo hagas —se adelanta a decir Ianthe, antes de que la mujer pudiese expresar una sola palabra.

— Te lo debo, es lo menos que puedo hacer por ti —agacha la mirada.

> Conocí a tu padre cuando tenía dieciocho años. La primera vez, chocamos de frente en la biblioteca pública de aquí de Staten Island.

Sus ojos marrones me miraron curiosos, me disculpé y casi salí corriendo cuando observé la belleza del hombre. Era mucho mayor que yo, pero su seguridad y su porte me intrigaron.

Volví al día siguiente, a la misma hora. Para mi suerte, él estaba ahí. Esperándome con una sonrisa y un libro en sus manos. Hablamos durante el resto de la tarde, y me llevó a casa.

B R O K E NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora