En un remoto pueblo envuelto en misterios y leyendas, una joven llamada Sidney llega para quedarse con su primo, Scott, después de un largo viaje de intercambio. Pronto, Sidney descubre que el lugar está impregnado de una magia ancestral y oscuros s...
—Sidney —alguien me removió, pero yo solo solté un quejido y me di la vuelta —Sidney —con un manotazo quité la mano que me estaba molestando —¡Sidney! —abrí los ojos molesta para encontrarme con el rostro de Isaac frente a mí.
Solté un grito agudo y me senté en la cama arrastrándome contra la pared y cubriéndome con las cobijas.
—¿Qué demonios haces acá? —él me miró extrañado mas no dijo nada. Los dos nos quedamos en silencio y mis ojos viajaron a mi cuerpo vendado recordando los sucesos de anoche.
Solté un suspiro relajándome y me quité las cobijas. Mis brazos y abdomen estaban rodeados por vendas con sangre seca.
—¿Tú hiciste esto? —miré a Isaac rezando por que no me hubiera desnudado para eso.
—No, fue tu amiga. Está abajo preparando desayuno —restregué mi cara con mis manos estresada —No ha dicho nada desde anoche, pero supongo que se le pasará —asentí haciendo una fina línea con mis labios.
—Jennifer, se llevó a Melissa... ¿verdad? —Isaac asintió y tuve que mirar al techo para evitar llorar.
—Oye escucha, Stiles nos contó lo que sucedió con Scott, no tenía más alternativa... —Isaac se detuvo cuando notó las lágrimas caer por mi mejilla —Oye...
—Soy una inútil —dije con la voz quebrada —Melissa estaba allí, a unos pocos pasos, pude haber hecho algo, pude haber evitado todo esto, se llevó al papá de Stiles, mi amiga casi muere y yo estoy acá sentada en una cama siendo inservible porque ni siquiera sé cómo demonios curarme sin el sol —bajé la vista a mis manos.
—Eso no es tu culpa —Isaac se acercó hasta dejar su mano en mi mejilla —Era inevitable, Jennifer es más poderosa que cualquiera de nosotros, lo que importa es que aún hay tiempo para hacer algo, para recuperar al Sheriff y a Melissa —alcé la vista viendo sus ojos y asentí mordiendo mi labio. El chico me tomó por el cuello en un inesperado abrazo que correspondí sin pensarlo. Mi pecho ardió y no pude evitar derramar las lágrimas casi ahogándome en el proceso.
Pasaron varios segundos en los que yo lloraba y Isaac acariciaba mi cabello lentamente hasta que pude calmarme.
Unos golpecitos en la puerta nos hicieron separarnos. Piper estaba de pie con los brazos cruzados.
—El desayuno está listo...— Isaac y yo nos levantamos y caminamos a la puerta donde Piper me detuvo tomando mi muñeca. Isaac bajó las escaleras sin decir nada —Oye...
—Escucha Piper —dije aún con la voz un poco ronca —No sabes en verdad cuánto lo siento, jamás debí haberte contado la verdad. No sabía que te traería tantas consecuencias, es mi culpa que te atacaran, es mi culpa que Cali te lastimara, no sabes lo arrepentida que estoy.
