10. El despertar del miedo

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—Te juro que fue graciosísimo — el chico frente a mí no podía parar de carcajear mientras yo solo podía mirarlo con una sonrisa, tratando de no hacerlo sentir mal sobre sus chistes que eran una mierda.

—Claro... graciosísimo — metí una papa a mi boca. Me había llevado a un restaurante muy casual y, la verdad, no me molestaba porque me moriría si me llevaba a un lugar caro.

—Voy a pedir una malteada, ¿quieres algo más? — dijo cuando finalmente paró de reír.

—No, gracias, estoy bien así — el chico asintió y se levantó. Apoyé mi codo en la mesa y mi cara en la mano. Cerré los ojos por un momento, ya me estaba dando algo de sueño.

Mi teléfono vibró en mi bolso. Lo tomé y vi un mensaje de Melisa.

"Estoy en la comisaría con Scott y Stiles. Tienen una orden de restricción contra Jackson. ¿Tú sabías algo de esto?"

Casi escupo mi bebida.

"No, Mel, iré ya mismo para la casa."

Alec volvió a sentarse con su malteada de fresa.

—Se me olvidó contarte la vez que...

—Disculpa interrumpirte, Alec, te juro que nunca había escuchado anécdotas más graciosas en mi vida, pero acabo de tener una urgencia familiar y en serio debo irme.

—Está bien, no te preocupes. Yo te llevaré — asentí y los dos nos levantamos. Alec dejó el dinero sobre la mesa y se llevó su malteada.

El camino de vuelta a casa se sintió tenso. Alec subió el volumen de la música para evitar el silencio incómodo, pero eso no ayudó en nada.

No estaba incómoda por su presencia; de algún modo, me sentía bien con alguien a mi lado. Solo estaba preocupada por los chicos. Estaba segura de que Melisa estaba todo menos contenta con la noticia, y realmente me preocupaba el papá de Stiles. Tener a su propio hijo en un problema como ese le acarrearía consecuencias en su trabajo.

—Sidney — giré para verlo, esperando a que dijera algo, pero solo me quedó mirando. Me di cuenta de que ya habíamos llegado.

—Ah, sí, lo siento, estaba pensando en algo — le di una pequeña sonrisa y abrí la puerta.

—Espera — se inclinó un poco y dejó un corto beso en mi mejilla —Gracias por la noche — le sonreí y me bajé del auto.

Al entrar a la casa, me encontré con Scott y Melissa en el sillón.

La peli negra se levantó y caminó hacia mí para abrazarme.

—Te ves muy bonita. ¿Estuviste donde Lydia? — asentí y ella hizo lo mismo, dejándome pasar —Scott, cuéntale a tu prima lo que hiciste — el moreno me miró aterrado. Seguramente ya lo habían castigado. Me senté junto a él.

PRAGMA - Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora