24. Reencarnación

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Mis ojos se abrieron con fuerza y me levanté rápidamente tocando cada parte de mi cuerpo asegurándome de estar en una pieza. Solté un suspiro al ver que así era y alcé la vista notando que estaba en la nada. Literalmente.

Era el mismo lugar en el que había estado una vez cuando hice el pacto con Sekhmet.

—¿Hola? —grité.

¿Estoy muerta?

—Sekhmet —llamé a la nada. Sin respuesta —Genial —resoplé.

Comencé a caminar sin rumbo con la vista en mis pies descalzos hasta que el suelo blanco se tornó en madera. Fruncí el ceño confundida y alcé la vista notando que me encontraba en una casa en la que nunca había estado.

Miré por la ventana y pude ver el cielo azul brillante. El pasto era verde intenso y una pequeña brisa movía los hermosos árboles que rodeaban la casa.

Caminé un poco por el salón hasta que vi unos cuadros con fotografías familiares.

Tomé una revisándola. Era una pareja y una bebé que cargaban en brazos. Sonreí por la ternura y volví a dejarlo en su puesto.

Caminé un poco más hasta que vi unos sobres en la mesa. Los recogí revisando el nombre.

Elaine Landon

Mi corazón dio un vuelco y mis piernas temblaron. Dejé el sobre en su lugar y casi al tiempo escuché unas risas.

Caminé apuradamente siguiéndolas hasta llegar al patio trasero. Al abrirla tuve que cubrir mis ojos del sol. Cuando pude ajustar mi vista, noté que estábamos en el campo en medio de la nada.

El viento movió mi cabello y a lo lejos pude ver a una pequeña niña corriendo detrás de una mujer mientras reían a carcajadas.

—¡Ya está la comida! —una voz a mis espaldas me hizo brincar y me tuve que hacer a un lado viendo al hombre de la foto pasar por mi lado.

¿En dónde estoy?

El hombre caminó hasta una mesa de madera en medio del pasto y dejó la bandeja con la comida sobre ella.

La mujer se acercaba con una hermosa sonrisa y la niña corrió hasta que el hombre la cargó en brazos. Los dos adultos comenzaron a hablar tranquilamente.

—Es tu hermana —volteé mi rostro notando a Sekhmet a mi lado. Seguí su mirada volviendo a la escena frente a mí.

—Lo sé —una sonrisa nostálgica salió de mis labios —Se ve... feliz.

—Lo es —afirmó la diosa.

—¿En dónde estamos? —me volví a preguntarle.

—Fuera de tu cuerpo —dijo con tranquilidad —Pensé que querrías verla como último deseo.

PRAGMA - Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora