En un remoto pueblo envuelto en misterios y leyendas, una joven llamada Sidney llega para quedarse con su primo, Scott, después de un largo viaje de intercambio. Pronto, Sidney descubre que el lugar está impregnado de una magia ancestral y oscuros s...
—Escucha, Sid, hay algo de lo que debo ocuparme, así que ve solo a casa y espérame allá, ¿sí? Por nada del mundo vayas a salir en la noche —fruncí el ceño.
—¿Tiene que ver con lo que pasó con Isaac? —Scott pareció dudarlo unos segundos, pero luego asintió. Suspiré —Bien. Solo... ten cuidado —él asintió nuevamente y dejó un beso en mi frente antes de salir corriendo por los pasillos.
Retomé mis pasos para llegar a mi casillero y guardar mis cosas antes de encaminarme a casa. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Quedarme en casa toda la noche, o averiguar en qué demonios se está metiendo el dúo maravilla? Tal vez la terquedad de Stiles se me estaba pegando un poco.
De vuelta en casa, me lancé a la cama por unos segundos, pensando en que hasta ahora era mi segundo día en el pueblo y ya todo el mundo parecía de cabeza. Como Melissa aún no llegaba, decidí poner algo de música y reordenar un poco mi habitación, arreglar la casa y luego sentarme a hacer tareas hasta que dieron las 8 de la noche. Ni una llamada ni mensaje de Scott, estaba comenzando a preocuparme. Tal vez debería llamar a Stilinski, aunque eso arruine mi orgullo.
Al carajo todos. Iré a investigar yo misma.
Me levanté rápidamente para cambiarme a un atuendo negro más cómodo. Tomé mi teléfono y salí de la casa. Me detuve en las escaleras de la entrada repensándome lo que estaba por hacer. Ni siquiera sabía a dónde demonios ir.
Sentí una brisa helada golpear mi rostro y finalmente me decidí por ir a la comisaría. Trataría de hablar con Isaac.
Me tomó unos diez minutos llegar caminando. Cuando entré, vi a una chica morena en la recepción.
—Bienvenida, ¿en qué la puedo ayudar? —me quedé en silencio observando el lugar.
¿En qué me puede ayudar? No planeé qué decir antes de llegar.
—Em... yo... quisiera hablar con el sheriff Stilinski. ¡Sí! Es muy importante. Importante a nivel de que es sobre su hijo —sonreí con dulzura, esperando sonar convincente. La mujer me observó unos segundos alzando una ceja y luego los rodó.
—Ese chico siempre se mete en problemas. Iré a llamarlo —las dos reímos y se alejó dejándome sola. Observé a todos lados, esperando que nadie me viera, y rápidamente me escabullí en el primer pasillo que encontré. Estaba algo oscuro, así que saqué la linterna de mi teléfono para alumbrar. Di varias vueltas hasta que pude ver una puerta de metal abierta a lo lejos. No supe qué demonios me había poseído para adentrarme en esa oscuridad, pero ya no había marcha atrás.
—¿Isaac? —fue lo primero que salió de mis labios al notar que me encontraba en las celdas. Dirigí la linterna al frente y vi la puerta de la celda abierta. Habían unas cadenas en el suelo. Inmediatamente sentí mi corazón acelerarse y la mano en mi teléfono temblar.
