En un remoto pueblo envuelto en misterios y leyendas, una joven llamada Sidney llega para quedarse con su primo, Scott, después de un largo viaje de intercambio. Pronto, Sidney descubre que el lugar está impregnado de una magia ancestral y oscuros s...
—Absolutamente no —cerré mi casillero con fuerza viendo la desesperada expresión de Aiden.
—Ay vamos, te dejaré patearme todos lo que quieras.
—Por más tentativo que eso suena, mi respuesta sigue siendo no —me di la vuelta camino a clase con el gemelo rabioso pisándome los talones.
Estaba teniendo mi momento de paz. Malia había sido rescatada y reunida con su padre, mi rendimiento en las clases y Lacrosse estaban a tope, Scott y los demás volvieron a ser normales porque al parecer el demonio simplemente se cansó de molestarlos y yo había pasado casi dos semanas ignorando olímpicamente a Isaac, Alison y Stiles. A este punto era la maestra del sigilo.
También había quedado con Piper unos días para actualizarla con la información de mis padres. Le comenté que había parte del video faltante que ella aseguró podía recuperar así que le dejé los archivos. Ah y también había ido a la casa de Kira para conocer a su madre que prepara exquisita comida y seguir viendo Harry Potter. Podía decir que éramos más unidas.
Y toda esa tranquilidad se había ido a la mierda en la mañana cuando cierto perrito decidió seguirme pidiendo que convenciera a Scott de que los uniera a la manada.
—Oye escucha —me detuve en medio pasillo dándome la vuelta para encararlo —Sé que hicimos muchas cosas malas, pero realmente podríamos ser una gran adición —puse un dedo en mis labios pensativa.
—Hmmm, no. —le di una pequeña sonrisa y me di la vuelta para ir a clase. Antes de entrar a clase, un rollo de papel voló a mi cara y lo atrapé fácilmente viendo en dirección al chico que lo había arrojado —Vuelve a intentar eso Greenberg y te perseguiré en tus pesadillas —le arrojé devuelta el papel y me senté junto a Danny.
Estábamos en épocas de Halloween. Lo que significaba que mi cumpleaños se acercaba. Y hoy era el del coach, lo que probablemente sería una innovadora experiencia de las bromas de Stiles.
—¡Hijo de perra! —se escuchó desde la oficina de Finnstock. Si, definitivamente la experiencia Stilinski y McCall —Noche de travesuras, noche del diablo. No me importa como lo llaman, malvados delincuentes ¿creen que es divertido que cada noche de brujas arrojen huevos a mi casa? Se supone que la casa de un hombre es su castillo —Scott sonrió y el hombre golpeó su escritorio —La mía es un maldito omelet —volvió a una pequeña caja en su escritorio —¿Esto? ¿Otra vez? —la lanzó al suelo pisándola, pero un sonido de vasija llamó su atención. Me incliné un poco para ver la taza rota en el suelo con su cara en ella —"Feliz cumpleaños, con amor, Greenberg" —leyó con lástima recogiendo los pedazos. Alcé mi mano —Ross —llamó.
—También le traje algo, pero supuse que creería que era una broma así que lo deje en su cajón— el hombre rodeó el escritorio para abrir el cajón viendo una pequeña cajita cuadrada. La abrió revelando un nuevo silbato con su inicial tallada.
