Capítulo 24

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Las mañanas en la cafetería solían ser muy tranquilas, por lo que George y Dream tuvieron que pensar todo el camino en qué trabajos darle a Drista para que viera que la escuela era mucho más divertida que trabajar.

Llegaron a la cafetería y su madre los estaba esperando, mientras organizaba algunas cosas.

—Me tuvieron toda la noche preocupada, chicos. Pensé que iban a volver.

—Lo siento, mamá, olvidé avisarte.

—¿Es tu mamá? —le pregunta Drista, analizando a aquella mujer.

—Sí, ella es la dueña de esta cafetería. Espero que te acepte en el trabajo.

—¿No deberían llevarla a la escuela?

George y Dream se lanzan miradas cómplices.

—Deberíamos, pero no quiere, así que pensamos que podría trabajar al menos.

George y Dream se van al almacén para ponerse al uniforme y buscarle un delantal a Drista que no le quede tan grande.

—¿No hay más pequeños? —le pregunta Dream a George.

—Normalmente no contratamos niños, así que dudó que encontremos uno de su talla.

—Bueno, solo será por un día.

Dream le entrega el delantal a Drista y le ayuda a ponérselo.

—Ya estamos listos para trabajar. Ven, Drista. Ayúdame a acomodar las mesas antes de que vengan los clientes.

Drista muy entusiasta ayuda a su hermano sin ninguna queja. Al menos eso era más divertido que estar sentada por horas frente a un pupitre.

Los clientes comienzan a llegar y mandan a Drista a tomar las órdenes. Eso la mantendría ocupada por un tiempo.

—¿Crees que el plan funcione? —le susurra a George— La veo demasiado animada y los clientes parecen amarla.

—No todos los días ves a una dulce y tierna pequeña atendiendo una cafetería.

—Yo acusaría al dueño de explotación infantil.

—¿Y qué te detiene?

—Debemos hacer que trabaje más duro si queremos convencerla de ir a la escuela —Dream se hace paso entre las mesas y se acerca a su hermanita—. Drista, necesitamos que vayas por unas cosas al almacén. Por favor, lleva todos los sacos de café junto a George.

Drista asiente y corre hacia el almacén viendo la cantidad excesiva de sacos de café que habían y lo pesados que debían estar. Toma el primero y lo arrastra hasta la pequeña cocina. No era tan cansado como creía, pero recién iba por el primer saco.

Va por el segundo y es cada vez más cansado. Luego el tercero, el cuarto hasta que llega al séptimo y no puede hacer más que tirarse al piso.

—¡Ya no puedo más! —grita con las pocas fuerzas que le quedan.

—Aún te quedan dos horas para que acabes tu medio turno. Sigue trabajando —le responde Dream.

—¡Ya no quiero!

—Debes trabajar, Drista. Si no trabajas tendrás que ir a la escuela.

—¡Bien!

Dream y George sonríen con complicidad. El plan había funcionado a la perfección.

—¿Qué hora es? —pregunta Drista, poniéndose de pie nuevamente.

—Son las nueve con cuarenta y cinco. Podemos justificar tu tardanza luego.

cuando nadie está en casa [Dreamnotfound]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora