Capítulo 7: un mal sueño.

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Una respiración agitada, una risa eufórica. Su cuerpo temblaba, su visión estaba nublada, pero pronto, comenzaba a ver. Algo rojo, una ventana. Estaba muy alto, tenía dos palancas en sus manos, podía ver la antigua casa desde lo alto. Edd y Matt buscaban desesperados en los escombros, ambos lloraban, temblaban del miedo.

—¡Búsca más rápido, Matt!— Edd gritaba, con su voz quebrada. No paraba de lanzar escombros hacia atrás.

—¡Eso intento!— nunca había visto a Matt tan triste. —¡Aquí!—

—¿Qué?— lo que veía, lo confundía. No era un recuerdo, pero sí algo parecido.

Prestó atención a lo que Matt había encontrado, un pie. Ambos chicos, llenos de tierra, con la ropa rota, comenzaron a descubrir la figura que yacía enterrada en los escombros, repletos de sangre. Se alcanzaron a ver varias cosas... un par de zapatillas a cuadros, un pantalón gris, y una sudadera azul, hecha pedazos. Luego, una cabeza. El rostro de Tom... quemado por la mitad, sus ojos cerrados. Chorreaba la sangre de su rostro y de uno de sus brazos, destrozado, sin piel.

—¡THOMAS!— Edd estaba en shock. Tomó a su amigo en brazos, su cuerpo estaba flojo, no respondía. Movía lo que quedaba de su rostro, tratando de despertarlo con desesperación. —¡Porfavor, no mueras!— su rostro ya no lograba verse bien por tantas lágrimas que chorreaban de sus ojos.

—N-No...— Matt no podía hablar, no tenía voz, su rostro estaba igual de húmedo.

Tord estaba en shock. Sus dos amigos lloraban, Thomas estaba muerto. Sentía su pecho doler, había dejado de reír. La euforia se había convertido en un intenso dolor. —No, no ¡NO!— sostenía las palancas con fuerza, movió su torso, tratando de soltarse del cinturón que lo aferraba al asiento. —¡ESTO NO OCURRIÓ ASÍ!— sentía su garganta doler al gritar, pero no le importaba. —¡SUÉLTENME, DEBO IR!— el cinturón se había transformado en dos manos. Una sana, con una manga azul de una chaqueta, similar al uniforme que él usaba en el ejército, y otra más, robótica, con una manga igual. Una voz... tenebrosa, hablaba en Noruego, y él lo entendía.

—Du ville ha dette, Tord...— susurraba en su oído. Pronto, esas mismas manos se pusieron sobre las suyas, un rostro se acercó por su lado, tenía quemaduras graves en una parte de su rostro, y un parche, con peinado de cuernos. Era él mismo.

—No... ¡MIENTES! ¡YO NO QUERÍA ESTO!— trataba de soltarse, vio cómo él aún tenía su mano derecha sana, su rostro también, pero su otra versión suya, no.

La mano robótica y la otra con manga azul, se movieron, presionando las palancas. Un puntero se colocó dónde estaban los dos chicos y el cadáver entre los escombros. Ambos voltearon a ver al inmenso robot donde yacía Tord.

—No... ¡No, no NO, NO! ¡¿QUÉ HACES?!— trataba de soltarse otra vez, su corazón latía a mil por hora, sudaba del miedo, y la voz reía, de manera tranquila, profunda, tenebrosa.

—tre... — comenzó el conteo. —to...—

—¡TE DIJE QUE NO, NO DISPARES!— no podía moverse por su cuenta, era una marioneta, su propia marioneta, o más bien... de su locura. —¡SON MIS AMIGOS, NO PUEDES HACER ESTO!— lloraba, rogaba, estaba dispuesto a ponerse de rodillas si tan sólo pudiera despegarse de ese asiento. —¡PORFAVOR, PORFAVOR NO, TE LO RUEGO!— los gritos eran cada vez más desesperados, así como ignorados.

—En.— finalmente, la mano robótica presionó la suya, apretando un botón. Y en instantes, un misil fue disparado hacia los chicos, explotando en instantes contra ellos.

El grito de dolor, de angustia, se quedó atrapado en la garganta de Tord, el antiguo Tord, el que no tenía sus quemaduras. Todo se puso oscuro, estaba teniendo un ataque de pánico, no podía respirar, moverse, gritar, quería hacerlo, quería correr, pero su cuerpo no respondía, y eso lo desesperaba.

Todo volvió a ponerse oscuro.

—Tú me hiciste esto, Tord...— .

Reconocería esa voz tan dulce y amable en cualquier lado. Era su mejor amigo de la infancia, estaba parado frente a él, brillando en toda la oscuridad.

—¿Ya lograste tu cometido? ¿Conquistaste al mundo?—

Todo se comenzó a incendiar, el fuego de comía a la oscuridad.

—N-no... yo no quería esto... no así...— estaba arrodillado, miraba a su amigo, lloraba.

—oh, pequeño Tord... no llores..—

Edd se agachó havia él, y de repente, era Matt. Acariciaba su rostro, con una pequeña sonrisa. Ahora, era el rostro del pelinaranja el que estaba herido, con un ematoma en uno de sus ojos, y mucha sangre por la explosión.

—¿Esto es eso lo que querías? Ya no arruinaremos tus planes. Aparte...— dió un besito en su frente. Pudo sentir sus ojos inundarse de lágrimas, su llanto había vuelto, se sentía terrible. Al alejarse Matt, se había transformado en Tom.

—Tus lágrimas son de cocodrilo, maldito Commie.— su expresión no era de comprensión, o de tristeza como las de Edd y Matt. Era de rechazo, decepción. Aparte, tenía las quemaduras que él mismo debería tener, y estaba pálido, frío, muerto.

Al terminar de decir su frase, empujó a Tord. Sintió que caía al vacío.

—Commie... ¡COMMIE!—

Sus ojos se abrieron, todo su cuerpo estaba empapado, su respiración agitada. Estaba aterrado, shockeado, no sabía dónde estaba, tenía el rostro de Tom al frente suyo, y su cuerpo encima. —¿Q-Qué?—.

—¡Carajo, maldito Commie! ¡Me asustas, enfermo de mierda!— empujó la cabeza de Tord contra el colchón, molesto. —¡¿Qué carajo te pasa?! ¡¿Hace falta que grites así a las putas tres de la mañana?!— observaba el rostro de Tord.

Estaba shockeado, observaba el rostro de Tom, con sus ojos cristalinos. Tom no tenía quemaduras, estaba bien, estaba sano, vivo. Lentamente, su mano izquierda se acercó al rostro de Tom. Se posó en una de sus mejillas y acarició con dulzura. Su piel, estaba tibia, era suave igual que siempre lo había sido, sentía un poco de su barba que aveces le crecía por la mandíbula. Eso era bueno, era muy buena señal para Tord, quien sonrió con calma.

—Estás bien...— su mirada era dulce, tranquila. Sus miedos se habían ido, y había comprendido que todo había sido un mal sueño.

En cuanto al menor, su rostro se había tornado completamente rojo por la vergüenza. Su ceño estaba fruncido ¿Estaba enfadado o avergonzado?. Bueno, no pudo averiguarlo, ya que, terminó estampando una almohada contra su rostro. —¡Rarito de mierda!— dicho eso, se levantó de donde estaba Tord y volvió a acostarse en su cama, cubriéndose rápido con las sábanas.

Tord había sentido cómo luego de sus palabras, la mejilla de Tom se había puesto caliente. ¿Era buena señal? Eso significaba que estaba vivo ¿verdad?. Retiró la almohada de su rostro, para poder observar a Tom, pero sólo veía parte de su espalda y su cama. Sonrió dulcemente, se sentía tranquilo, pero algo triste por su sueño. —Descansa, Tom...— le dio la espalda.

—¡Lo haré cuando dejes de gritar dormido, tarado!— lanzó otro golpe con su almohada contra la cara de Tord y luego, la puso debajo de su cabeza para dormir.

Tord soltó una pequeña risita dulce. —Lo intentaré, gracias por despertarme. Era un mal sueño.— si, eso era todo. Un mal sueño, algo que no ocurrió en la vida real.

—Si, si, cierra la boca, o dormirás afuera.— se cubría la cabeza con las sábanas, intentando ignorar al mayor.

Tord trataba de no sobrepensar las cosas, así que sólo le dedicó un par de minutos a ciertos fragmentos de su pesadilla, tratando de organizar sus preocupaciones y sentimientos, así como el mensaje que reflejaba ese horrible, terrible sueño.

Cuando se sintió listo, miró por última vez a su compañero de cuarto y se acomodó para dormir, sin decir ni una palabra más.

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