Capítulo 29: La verdadera culpa.

326 25 45
                                    

Thomas podía sentir el frío en su trasero y espalda desnuda, que se apoyaban contra la pared y el suelo de la ducha.

El casi nulo calor que sentía le era proporcionado por las pocas gotas de agua que salpicaban a sus pies, que eran esquivados por otro par, que daban vueltas y vueltas debajo de la ducha.

Su mirada estaba perdida en el aire, y su mente vacía de tanto pensar, y de la cantidad de alcohol que aún quedaba en su organismo, seguramente.

Esperaba que Tord terminara rápido de bañarse, pero al parecer, iba a tomarse todo el tiempo del mundo, y su culo seguiría frío por un rato más.

- Báñate rápido... me siento mal...~

Ante eso, aquellos ojos grises se abrieron y lo miraron, pero él no lo notó por estar mirando al suelo.

- Ya podrías haber ido a secarte y vestirte. Yo ya te bañé, no me encargaré de tí, no eres un bebé.

- Huh...~- finalmente, levantó la mirada, observando el cuerpo de Tord. Si de por sí ya era sexy, desde abajo se veía mejor.

Por un momento, su mente otra vez volvió a quedarse en blanco.

- Me quedo.

- Te vas a congelar.

- Méteme en el agua contigo...- extendió sus brazos, abriendo y cerrando sus manos, como si de un niño se tratase.

Carajo, no había cosa más insoportablemente tierna para convencer a Tord. En un principio, desvió la mirada hacia otro lado, para no ver aquel gesto tan despreciable a su parecer, pero que ciertamente se le hizo... bastante tierno. Y asqueroso. Tierno y asqueroso.

Tal vez, lo que provocó el sonrojo en sus mejillas no fue el gesto de Thomas con sus manos y su rostro cansado, adornado de un tierno matiz rojo en su nariz por el frío, y un leve temblor en sus labios y sus manos. Sino, que le estuviera pidiendo ayuda para levantarse y acurrucarse debajo del agua junto a él.

Pero mierda, si se lo pedía de esa forma... no había manera alguna de rechazarlo.

- Tord...

- carajo, no te pongas insistente...- sus manos tomaron las contrarias, y luego, lo ayudaron a ponerse de pie.

Tom trató de hacerlo, pero una vez que estuvo en vertical, todo su mundo dió vueltas, y se tambaleó, siendo atajado por Tord, que casi resbaló al hacerlo.

-¡Imbécil, cuidado!

Tom, asustado, llevó sus brazos hacia el cuello de Tord, rodeándolo con algo de fuerza. Se aferró para no caer, apoyando su frente contra el cuerpo contrario. Sentía que si se dignaba a mirar a su alrededor, todo daría vueltas otra vez, y Tord no lo sostendría de la cintura como lo estaba haciendo.

Mierda, se sentía extremadamente mal. Sus náuseas habían aumentado otra vez, y ahora incluso el estómago y la cabeza le dolían.

Tord soltó un suspiro. El comportamiento de Thomas estaba siendo sumamente extraño...

Mientras lo sostenía debajo del agua caliente de la ducha, pegado a su cuerpo para entrar bien debajo del agua, se dedicó a acariciar suavemente su espalda, con la intensión de calmarlo, y también, de calmar sus propios nervios y preocupación.

- Tom ¿Cuánto bebiste?

- N-no lo sé...~

Carajo, eso no hacía las cosas más fácil.

- ¿Qué ocurrió en aquella fiesta?

- No lo sé, no lo recuerdo...~

Mierda, si no te mueres, juro que te mataré yo.

AmbivalenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora