El motor del avión rugía en el silencioso hangar, un zumbido bajo que vibraba a través del suelo y resonaba en los nervios de Tom. El aire frío y metálico lo envolvía mientras caminaba junto a Tord hacia la aeronave de la armada roja, un coloso de acero que parecía desafiar las leyes de la física solo con su existencia. Parecía estar algo maltratado, o eso creía Tom al ver que la única pintura que tenía era cierto dibujito de cuernos rojos en la cola. Tom tragó saliva, sus pasos se volvían más pesados con cada paso que lo acercaba al avión.
Finalmente, subieron a bordo. Tom se sentó en su lugar asignado, sus dedos temblando ligeramente mientras se ponía los auriculares. La cabina estaba oscura, con luces tenues que apenas iluminaban los rostros de los otros tripulantes. Tord se acomodó sin esfuerzo en el lado del copiloto, con una confianza que solo hacía que Tom se sintiera más fuera de lugar.
Las manos de Tom se aferraban al borde de su asiento, sus nudillos blancos mientras el avión empezaba a prepararse para el despegue. Su mente giraba con preguntas, todas buscando alguna forma de calmar el pánico que crecía dentro de él. La voz de Tord, tranquila y controlada, no lo ayudaba a relajarse. Tom necesitaba respuestas, algo en lo que enfocarse.
—¿Cuánto puede volar este avión? — preguntó Tom, su voz sonando más fuerte en sus propios oídos debido a los auriculares.
Tord se giró hacia él, una pequeña sonrisa en sus labios, pero antes de responder, Tom continuó, como si las preguntas pudieran evitar que su mente se llenara de temor.
— y... ¿Cuántas personas caben? ¿Cómo haremos para volar sin que lo note el gobierno y nos intercepte? Por cierto ¿Esto es ilegal?
Tord levantó una ceja, claramente disfrutando de la inquietud de Tom, pero en lugar de darle una respuesta directa, decidió divertirse un poco a costa de Patryck. —No sé— dijo con un tono casual, como si estuviera discutiendo algo tan simple como el clima. —Pregúntale a Pato, él se cree que sabe muchas cosas.
Tom miró a Tord, confundido por la respuesta, mientras que Tord mantenía su mirada fija en él, sus ojos brillando con una chispa de malicia. Patryck, sentado a su lado, no pudo evitar tensarse al escuchar su nombre. Sabía muy bien que Tord lo estaba utilizando como una forma de burla. Desde el regreso de Tord, las tensiones habían aumentado, y cada comentario como ese era una punzada en su orgullo.
Patryck apretó sus dientes con frustración. Sabía que Tord lo estaba poniendo en una posición incómoda, pero no tenía otra opción que responder. Con un suspiro exasperado, se quitó los auriculares, girándose ligeramente en su asiento para mirar a Tom, aunque su mirada se dirigía más a Tord que a su compañero.
—Este avión puede volar hasta 12,000 kilómetros. — comenzó Patryck, su tono seco, casi mecánico. —Tiene capacidad para veinte personas, pero solo vamos tres en este vuelo. No estamos llevando carga pesada, así que eso nos da algo de ventaja.
Hizo una pausa, su mirada dura volviéndose hacia Tom. Aunque la pregunta sobre la legalidad del vuelo era legítima, Patryck sabía que no tenía una respuesta que tranquilizara a Tom.
Aun así, respondió, porque sabía que Tord lo estaba observando, esperando que fallara. —Tenemos rutas designadas que evitan los radares convencionales y sistemas de detección. No es un vuelo oficial, así que sí, técnicamente es ilegal. Pero la armada roja ha hecho esto mil veces antes. Mientras sigamos el plan, no deberíamos tener problemas. — El tono de Patryck era cortante, sin paciencia para el nerviosismo de Tom, aunque no estaba enojado con él realmente. Era Tord quien lo irritaba, usando esta situación para recordarle sus errores pasados, como si estuviera probando su lealtad o esperando que cometiera otro fallo.
— Sólo una vez derribamos uno de estos — Tord agregó, riendo casual. — ¿Recuerdas, pato?
Aquella confesión, hizo que Thomas se aferrara a su asiento con más fuerza — ¿C-Cómo?
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Ambivalencia
FanfictionThomas no extrañaba el olor a tabaco durante las noches de insomnio, siempre se le hizo un olor asquerosamente fuerte, detestable. Hacía arder su nariz con fuerza, es por eso que cuando volvió a sentirlo, sintió que su mundo se paralizaba. Era un ol...