Capítulo 27

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La noche ya había caído. Por la lluvia, los cuatro mejores amigos no salieron de casa, y se quedaron a hacer maratón de películas.

Vieron toda la saga de "Zombies Piratas del Infierno", con palomitas de maíz, todas las luces apagadas y refrescos.

En parte, porque estaban aburridos, y por otro lado, para compensar en lo haber hecho esa pijamada que por alguna razón Tom tanto anhelaba con desesperación.

Tom, Edd y Matt estaban sentados en el sofá, mientras que Tord se recostaba en el apoyabrazos, con sus piernas encima de Edd y Matt, que se encargaba de hacerle la pedicura.

Tom, que estaba sentado en el otro extremo, miraba de vez en cuando la concentración de Matt al ligarse las uñas, y colocarle cremas de distinto tipo para dejarle los pies suavecitos.

— y luego me dices "marica" a mí...— Thomas susurró.

—¡Shh!— Edd y Matt exclamaron, prestando suma atención a la película.

En cambio, Tord, miró a Thomas, fingiendo estirarse luego. Cuando lo hizo, aprovechó para meter su pie en el bowl de palomitas de maíz que sostenían las manos del bajista.

—¡¿Qué mier-?! ¡Tord!

—¡SHH!

Tord rió por lo bajo. —Ups, lo siento.— dicho eso, sacó su pie del bowl, con algunas palomitas pegadas entre sus dedos y talones.

— Tord, tienes las patas muy duras...— Matt murmuró, asombrado, sacudiendo las palomitas de entre sus dedos.

—Si, los borcegos logran eso con el tiempo.— tiró su cabeza hacia atrás, relajado, sintiendo cómo Matt le masajeaba los pies.

— Ustedes dos son repulsivos...— el ceño de Tom se frunció, con asco, mientras lanzaba las palomitas por la ventana.

—Yo me encargué de vomitar tu estúpido vómito cuando enfermaste, esto no es nada, malagradecido.— Tord frunció su ceño, moviendo los dedos de sus pies luego.

—¿Qué? Yo no recuerdo eso.

—¿Qué color quieres?— Matt sacó un estuche con esmaltes de atrás del sillón, mostrándoselo a Tord.

— Uhm... negro, color de macho. ¡Oh! Y la uña anular píntala de rojo.

— pft. Marica.— tomó su botella de smirnoff, dando un profundo trago.

— Si ¿Sabes? Eres el menos indicado para decir eso...— Tord sonrió, con arrogancia, y Tom se ahogó.

—¿Qué? ¿Por qué?— Matt volteó hacia Thomas, con curiosidad, viéndolo toser y dejar la botella a un lado.

—¡¿Pueden cerrar la boca?! ¡No me dejan oír!— Edd, ya sin paciencia, miró a sus tres amigos, y luego, le subió el volúmen al televisor.

— Hemos visto esta saga cientos de veces, ya sabes lo que ocurre ¿Para qué quieres oír?— Tom limpió el poco de Vodka que caía de sus labios.

—¡SHHHHH!— volvió a exclamar, con exageración y furia, colocando su dedo sobre sus labios.

Finalmente, Tom suspiró, molesto, y volteó hacia el televisor.

Hubieron unos segundos de silencio, que fueron interrumpidos por Thomas.

— No recuerdo haberte vomitado.

— lo hiciste, dos veces.

—¡¿Qué?!

—La primera cuando te salvé de ahogarte en el campamento, me vomitaste agua encima, y luego, cuando enfermaste, vomitaste la comida que te preparé. ¡Oh! Y también vomitaste el medicamento de la abuela de Matt.— Tord miró al recién nombrado, observando cómo pintaba las uñas de los dedos de sus pies, con delicadeza.

AmbivalenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora