Capítulo 10: Rojo de sangre.

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Edd y Tord volvían del bosque. Habían logrado encontrar bastantes frutas ¡incluso verduras! Era un gran logro. Charlaban y reían, hasta que al llegar al campamento, vieron a Matt sentado al lado del lago, acomodando sus rocas coloridas y algunas transparentes. Parecía llevar bastante rato ahí jugando.

—¡Wow! ¿Juntaron todas esas rocas?— Tord se acercaba al pelinaranja, mirando con una sonrisa de sorpresa cada una de las rocas. Eran impresionantes ¡Preciosas!.

—¡Querrás decir "Juntaste"!— gritó enfadado, terminando de acomodar sus piedras y rocas.

Ambos chicos lo miraron confundidos, Edd más que nada.

—¿Cómo? ¿Tom no te ayudó a cargarlas?— dicho eso, soltó algunas carcajadas. —Bueno, supongo que es de esperarse, no puede hacer mucho con esa cosa en su brazo.— depositó algunas frutas en la mesa, eligiendo cuál usaría para poder lavarlas en el lago.

—Ese... ¡Ladrón, estúpido!— Matt insultaba. Wow, Tord nunca lo había visto tan furioso. Se le hacía raro, pero decidió mejor ignorarlo.

Se pusieron a lavar las frutas en el lago, hasta que vieron algo caer por la cascada y flotar hacia ellos. Era... ¿Un vendaje? Cuando lo tomó, pudo ver cómo tenía una escritura, algo borrosa; "Estúpido Tom" escrito en rojo.

Tord estaba confundido, era una parte del yeso de Tom, pero... ¿Por qué? —Matt ¿Dónde está Tom?— volteó hacia el pelinaranja.

—¡QUE NO LO SÉ! ¡El muy idiota se fugó con todas mis rocas! ¡Me había costado conseguirlas, tuvimos que caminar río arriba para encontrarlas, y el imbécil se las robó! Estaba buscando más rocas en la orilla y cuando me dí la vuelta ¡Puf! ¡Había huído!.— cuando Matt se enfadaba, solía ser bastante expresivo con sus brazos.

En cuanto a Tord, la situación no le olía nada bien. Pronto, la preocupación invadió su pecho, y sin esperar más, se levantó y se fue corriendo, siendo observado por Matt y por Edd, confundidos.

Su pelo se movía por el viento de la velocidad a la que corría, su respiración estaba agitada y su corazón latía rápido por el miedo. ¿Y si le había ocurrido algo a Tom? ¿Si se había caído al río y se estaba ahogando? ¡¿Cuánto tiempo llevaría ahí?! ¡¿Estaría vivo siquiera?!.
Por alguna razón, la idea de que Tom estuviera muerto, lo aterraba. Sus ojos habían comenzado a lagrimear, mientras observaba el río con desesperación, tratando de ver algún rastro que le indicara la ubicación de Tom.

—¡TOM! ¡THOMAAAS!— lo llamaba a gritos. Quería una señal ¡Sólo una! ¡Algo que le indicara que Tom estaba vivo!. Al observar el agua y su alrededor, se sintió más asustado. El río era largo, profundo, ancho. No lo encontraría fácilmente. Observó a los peces que nadaban a favor de la corriente, no sabía en qué parte del río estaría Tom, tampoco cuánto lo había alejado la correntada. —¡TOOOM!— estaba desesperado, las lágrimas caían de su rostro. No había ni una pista del paradero de Tom.

—¡Tord!— Edd había llegado. Estaba agitado, cansado. —¿Qué ocurre? ¿Por qué corriste?— detrás suyo, apareció Matt, también cansado.

—¡MATT! ¡¿Dónde perdiste a Tom?!— le gritó, desesperado.

—¡Yo no lo perdí, huyó!— se cruzó de brazos. Estaba enfadado, y no entendía la gravedad del asunto.

Es por eso que Tord lo tomó de la ropa y lo acercó a él, de manera violenta. —¡DIME!— parecía un animal furioso.

Esa actitud asustó a Edd, que no tardó en separarlos y ponerse en el medio para defender al de cabellos naranjas. —¡Tord, contrólate!—.

—¡DIME DÓNDE, MATT!— hizo a un lado al de sudadera verde, intimidando a ambos presentes.

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