Capítulo 20: Fiebre infantil

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Disparos, gritos, la gente corría asustada, y un fuerte rugido aterrorizó a toda la ciudad.

— ¡Segundo ataque de esta semana! ¡Las fuerzas armadas concentran sus ataques en la gran bestia, pero aún no pueden controlarla! ¡Está destruyendo la ciudad! ¡Huyan de sus hogares si están cerca del centro de la ciudad, repito, huyan de sus hogares si están cerca del centro de la ciudad!— la chica de las noticias hablaba, y la televisión se apagó.

— Pft ¡Aburriidooo! — Edd rodó sus ojos, con molestia. No le agradaba en lo absoluto lo que mostraban las noticias.

A su lado, Matt. Se mantenía sentado en el sofá, observándose en un espejo. Su piel se veía más suave que nunca, así que las noticias tampoco le importaban mucho.

— ¿Qué crees que estén haciendo Tord y Tom? — Edd observó a su amigo de cabellos naranjas, que seguía sonriéndole a su reflejo.

— Me veo muy sexy ¿No crees?— Matt sonreía de manera coqueta, peinando sus cabellos hacia atrás. — Podría conquistar fácilmente a una chica.

El chico de sudadera verde seguía observando. Se fijó detalladamente en el rostro de Matt, también en su cabello y atuendo, por lo que un leve sonrojo apareció en una de sus mejillas. — Si, es verdad.

—¡¿En serio?! — los orbes brillantes de ilusión de Matt se posaron en Edd, quien sonrió con nerviosismo ante esa reacción.

— huh.. si

— ¡Gracias, Edd! ¡Tú también eres muy lindo!— volvió su vista a su reflejo —aunque no más que yo, por supuesto.

Edd rió, acariciando un poco a Ringo, que acababa de subirse al sofá junto a ambos chicos.

Minutos después, la puerta se abrió, dejando ver a Tom. Estaba lleno de tierra, sus prendas algo rotas y tenía un chichón en su cabeza, junto con algunas salpicaduras de sangre. Se veía cansado, y de muy mal humor.

—¿Qué te pasó?— Edd miraba a Tom, que se acercó a paso pesado hacia el sofá y se sentó a su lado.

—Pelea en el bar.— dicho eso, abrió su cantimplora, bebiendo un poco de smirnoff.

— Oh ¿Otra vez? Es la segunda vez esta semana.

— Ajá. — no le dió demasiada importancia. Edd se veía preocupado, pero no quería indagar más en los asuntos de Tom.

Luego, entró Tord. Se veía de muy mal humor también. Estaba igual de sucio que Tom, con manchas de sangre y algunas heridas más, aparte de que su brazo robótico era distinto, uno mucho más... simple. Como de repuesto.

— ¿Y a tí qué te pasó? — observó está vez a Tord, que se acercó con cansancio y se sentó en el suelo, cerca de Matt.

— Me caí.

— Oh. ¿Desde dónde? ¿Un barranco?

— Uh, si, algo así. — dicho eso, sacó un puro de su bolsillo, junto a su encendedor para prenderlo, pero Edd se lo arrebató de la mano.

— Aquí no se fuma.

—¿Qué? ¿Por qué?.

— Porque apesta.

— Tú apestas. — Tord respondió, con su ceño algo fruncido.

— No, TÚ apestas, ve a darte un baño.

— Lo haría, si ALGUIEN no se hubiera gastado todo el agua esta mañana. OTRA VEZ— su único ojo a la vista se fijó en el alcohólico, que seguía bebiendo de su cantimplora, ahora con el control de la TV en la mano.

AmbivalenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora