Capítulo 8: Campistas en el lago.

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—No entiendo ¿Desde cuándo te gusta ir de campamento?— Tord empacaba sus cosas, metiéndolas en un bolso, el cual, yacía apoyado en la cama de su amigo Edd.

—Pft. ¡Desde siempre!— Edd hablaba como si fuese obvio, aunque... realmente no lo era. Nunca habían salido de campamento juntos al bosque. —Por cierto ¿Cómo vas con Tom?— tomó un par de prendas de ropa y las dobló para meterlas en su propio bolso.

—Pues...— algunos flashbacks de su sueño vinieron derrepente, recordaba ver el rostro de Tom, pálido, con ojeras, su cuerpo sin vida. Negó rápidamente en un intento de olvidar ese recuerdo, el cual, fue reemplazado a cuando su mano acarició la mejilla de Tom, que rápidamente se puso caliente y roja.

Los dos en la oscuridad del cuarto de Tom, un cuarto lleno de ese olor tan característico y rico de Tom, de perfume y algo de smirnoff. Tomar el rostro de Tom había sido una experiencia totalmente nueva y gratificante, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por Edd.

—¡Tord! ¿Estás bien?— miraba el rostro de su amigo, con preocupación.

Tord estaba rojo, aclaró su garganta y se puso a pensar. —S-Si, bueno...— otros recuerdos vinieron a su cabeza, en un intento de olvidar ese momento que habían tenido hace un par de días. Ya llevaba algunas semanas viviendo con Tom, así que varias cosas habían pasado, sobretodo, discusiones, y aprovechamientos por parte de Tom. —...últimamente me tiene de esclavo.— dejó salir un suspiro, mientras cerraba su bolso.

—¿Esclavo?— El de cabellos marrones estaba confundido, así que se sentó en la cama para oír al de cuernos.

—Si. ¡Me pide cosas absurdas! El otro día me despertó a gritos desde la sala para que le pase el control remoto que estaba al lado suyo ¡Al lado suyo! No fue capaz de mover su estúpido trasero para tomar el maldito control.— Rodaba sus ojos, con molestia. —También me pide que le cocine, que lave los platos, que limpie el baño ¡No mueve ni un músculo!— aplastaba el bolso, para que no estuviera muy inflado por tantas cosas que tenía dentro y poder meter más cosas.

En cuanto a Edd, no pudo contener más su risa y comenzó a reír, siendo observado rápidamente por Tord.

—¿De qué te ríes, baboso?— tomó un par de sus cremas, como protección solar y cicatrizante, incluida su pasta dental y cosas de higiene, comenzando a guardarlas en el espacio que quedaba.

—Mira, Tord. Por si no te diste cuenta, Tom está ENYESADO, hay cosas que no puede hacer por su cuenta, y considerando que el culpable de que esté así fuiste tú... me parece entendible que te ponga a hacer sus tareas.— mantenía una sonrisa en su rostro, estaba feliz. Tom había dejado su orgullo de lado, y le pedía ayuda a Tord para hacer cosas bobas, o que incluyeran agua. En parte sabía que era por venganza, pero quería creer que Tom poco a poco aceptaba a Tord, o lo haría dentro de poco.

—Tsk. Si, claro. Se está aprovechando.— hablaba con molestia, cerrando el cierre de su bolso, dando un golpe final.

Ambos fueron llamados por un maullido, Edd estiró sus brazos hacia la gatita, que le saltó encima y comenzó a ronronear. Por suerte, sus heridas ya habían sanado bastante. El veterinario había hecho un buen trabajo, y Ringo había podido volver a casa antes del tiempo designado.

—¡Buen día! ¿Ya nos vamos?— Matt entró a la habitación, estaba vestido con una musculosa y un short suelto, que le llegaba por las rodillas, con medias algo largas y un calzado deportivo. Cargaba un bolso en su hombro y mantenía una valija a su lado. En su cabeza tenía un gorro pesquero, un par de lentes de sol y una marca blanca de protector solar en la nariz.

—Ya casi ¿Tom está listo?— el de sudadera verde se levantó de la cama, colocándose el calzado.

Pronto, el pelinaranja estiró su brazo hacia un lado y al flexionarlo, tenía a Tom, tomándolo de la ropa. Una musculosa negra, shorts a cuadros blancos y negros que le llegaban a sus muslos, su yeso y una expresión notable de odio a la humanidad.

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