Capítulo 37: "Promesas en la Penumbra"

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La canción del inicio deberá reproducirse en el momento indicado, señalado más adelante. Este Link sólo es por si el segundo no funciona.
Disfruten su lectura.

Thomas despertó al sentir el cálido aroma de tostadas por la mañana. Abrió sus ojos, y fijó su vista en el lado vacío de la cama. Tord no estaba. Supuso que era mejor, luego de la pelea que habían tenido la noche anterior, que, al recordar, un ácido dolor inundaba su pecho y mente como desagüe en una tormenta. Rodó entre las sábanas y tapó su cabeza con las mismas, no estaba listo para afrontar al noruego, no se levantaría a desayunar. No tenía ganas ni de cruzárselo en la casa, así que, esperaría hasta que se fuera para poder correr hacia el bar más cercano y emborracharse.

Al sentir un peso caer de repente sobre su cuerpo, se destapó lentamente, y cruzó miradas con el pequeño animal de pelaje azabache, que, lo observaba y olfateaba con curiosidad.

-Hola, chucky... - Acarició sus orejas, el animal se relajó hasta recostarse encima de su dueño, apoyando su mentón en las sábanas.

Enternecido, Thomas cargó a su preciosa mascota y la metió en las sábanas junto con él, abrazándolo y mimándolo. Su pelaje se calentó hasta casi quemarle, como si de una estufa se tratase. Tan cálido y suave que sentía que tocarlo era como un mimo a su propio corazón.

- ¿Debería cambiarte el nombre? - Tord se había puesto furioso. Tal vez, sí debía cambiárselo.

Pronto, la puerta de la habitación se abrió, y Thomas fingió estar dormido. Unos pasos se acercaron a él, y frenaron a sus espaldas.

Carajo...

Tord trataba de comprobar si Thomas estaba despierto, o dormido. Acercaba su mano, luego la alejaba con duda, y se alejaba unos pasos. Frenó antes de salir por la puerta, suspiró y volvió a acercarse. Tom esperó unos segundos, nadie tocó su espalda.

En una voz muy baja y tímida, Tord habló. - T-To... - Se desvaneció, guardó silencio. Temía despertarlo, y Tom no estaba listo para hablar, así que, fingió dormir y no escucharlo

Por favor, deja de intentarlo.

Tord sabía que Thomas estaba despierto. Siempre lo hacía.

- Tom... - Llamó, esta vez, más fuerte, pero con los mismos nervios. - Te hice tostadas... y... café. Con leche. No esa leche. - Agregó. - Leche de verdad, no mía.

Thomas quería reír y llorar al mismo tiempo.

- No quiero.

- Puedo ponerle mi leche si quieres.

- No quiero ninguna leche, Tord. Déjame en paz. - Esperaba que, ante aquella orden, Tord lo insultara, como siempre. Sobre todo, por menospreciar sus intentos por reparar las cosas. Sin embargo, sólo escuchó cómo Tord exhalaba aire por la nariz, y parecía ponerse inquieto. como si se estuviera repitiendo en su propia mente "Soy un idiota". Aunque, eso lo imaginó Tom.

- Está bien... Descansa. - Dicho eso, salió de la habitación.

Cuando la puerta se cerró y la luz dejó de iluminar la abrumadora oscuridad de la habitación, Tom se aferró a su fiel animal, detestándose a sí mismo por rechazar a Tord. Hubiera preferido mil veces que lo golpeara a que se fuera de esa forma tan deprimente.

Durante el resto de la tarde, Thomas se dedicó a dormir y a escuchar lo que Tord hacía por la casa a través de las paredes. Iba de un lado para el otro, a veces se acercaba a la habitación, miraba la televisión y hablaba con alguien por llamada sobre unas muestras de ADN y cosas de su trabajo. A la hora del almuerzo, fue a buscarlo, también se retiró con un "No" como respuesta. Por lo que escuchó, le dio los restos de comida a Edd y a Matt al caer la noche.

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