LA CAJA DE OSCURIDAD: Un regalo eterno

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En los confines del tiempo y el espacio,
un amor surgía, con ímpetu voraz,
y en mi sendero, un regalo se enlazaba,
pues alguien a quien amé, me entregaba su verdad.

Una caja de oscuridad, extraño tesoro,
un obsequio inesperado de inquietante misterio,
mis dedos temblaron al acariciar su envoltura,
y de mi curiosidad ansiosa se hizo una hoguera.

Dentro de aquel cofre, la negrura danzaba,
como ballet oscuro, de sombras estampadas,
en sus límites, mi alma se desvanecía,
pero el amor intacto hacia ella, en mi ser prevalecía.

Meses transcurrieron, como hojas al viento,
enredándose en la madeja del tiempo,
y aquella oscuridad, poco a poco, se develaba,
la manipulación oculta en su esencia se palpaba.

En cada esquina, encontré sombras de antaño,
desafíos y temores, que yacían en mi interior,
una travesía ardua, donde hallé el abismo,
y lo que temía me abrazó con fervor.

Mi corazón, incrédulo, latía a compás,
con cada suspiro, con cada paso audaz,
la caja de oscuridad, un canto de orgullo,
que al darme coraje, me mostró su lado mas oscuro.

En sus entrañas encontré los recuerdos,
de un pasado esquivo, de amor que fue a destiempo,
y aunque el dolor surcaba mis venas,
aprendí a honrarlo, pues en su esencia había emblemas.

La caja de oscuridad, en sí misma, encerraba,
la sabiduría, el crecimiento que anhelaba,
en sus negros senderos, flores alcancé,
que con sus pétalos de sombra, mi ser alimenté.

Y así, comprendí que aquel obsequio amado,
no era un puñal, ni tormento desgarrado,
sino un tesoro valioso, una oportunidad,
de aprender a amarme y encontrar mi identidad.

La caja de oscuridad, una llave en mis manos,
que abrió las puertas a mundos lejanos,
me mostró la belleza oculta en la negrura,
y, en cada paso, mi esencia florecía con soltura.

Descubrí en mí fortalezas insospechadas,
dejé marchar miedos, cicatrices pasadas,
me erguí entre penumbras, me acerqué a la luz,
la oscuridad me enseñó, a vivir en plenitud.

Y así, aquel amor que floreció en mi vida,
hoy se manifiesta en cada nota y caricia,
porque al amarme a mí mismo, honro su ser,
y en cada suspiro, aún puedo verla crecer.

Quien me regaló oscuridad, también me dio claridad,
pues aprendí a valorar cada amanecer,
y aunque aquel amor se desvaneció en el viento,
me dejó un regalo eterno, que siempre agradeceré.

ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS: Poemas íntimos llenos de desamor y tormento.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora