PRISIONERO

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Mis ojos, cautivos de su hechizo,
se encontraron con los suyos;
Tan serios y profundos,
que el tiempo pareció detenerse.

No sabía si su intención era seducirme, o si en realidad me maldecía en su interior.

Dios, perdona mis pecados,
y por rendirme ante su mirada,
Pero la culpa no es mía;
Sino tuya por crear tal perfección.

¿Cómo es posible que en unos ojos
resida tanta belleza y encanto?

Si mirarla significa arder en el infierno,
prometo confesar a todos los demonios
que he atravesado todo un paraíso,
gracias a su existencia.

Así pues, sus ojos me atraparon,
en una telaraña de emociones;
Y mi corazón prisionero,
se convenció de que era un privilegio,
ser prisionero de su mirada.

Y ahora, me entrego a este amor prohibido
Que arde como el fuego en mi piel;
Sabiendo que el destino ya ha sido trazado,
y que el precio a pagar será alto.

Pero cruzar todo el infierno vale la pena,
por esos ojos que amé,
y que de alguna manera,
me amaron.

ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS: Poemas íntimos llenos de desamor y tormento.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora