Un suspiro eterno: Un viaje contra el implacable reloj del tiempo.

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En los suspiros silenciosos,
donde el tiempo se desvanece,
siento que cada día me escapo ante el,
pero esto no tiene sentido y siempre caigo a su merced.

El paso del tiempo desgrana mi existencia,
me diluye en su inmensa eternidad,
todos somos como arenas efímeras,
entre el paso del tiempo, que se nos escapa sin piedad.

El reloj implacable avanza,
devorando mi ser impaciente,
me desnuda la melancolía,
y mi alma llora impotente.

El tiempo se apropiada de cada uno de mis  miedos,
me prohíbe abrazar al viento,
y enredado en sus complicados engranajes,
me pierdo en este inmenso lamento del tiempo.

Esas manecillas cobardes,
que me agarran fuerte y me deja sin sueños,
me arrancan cada ilusión,
y se ríen de todos mis desempeños.

El tic tac me acorrala,
me quita espacio y me consume,
mi vida se va desvaneciendo,
y siento la urgencia de correr, pero mi alma se desvanece.

Tengo miedo de perder a quienes amo,
de que el tiempo los haga desaparecer,
de que se conviertan en recuerdos,
y que yo nada pueda hacer.

La incertidumbre ciega mi ser,
el futuro se viste de dolor,
el abrazo del tiempo es eterno,
y mi mente queda atrapada en su voraz reloj.

La vida se escapa entre mis manos,
sin remedio ni posibilidad,
los sueños se desvanecen,
y el tiempo cobra mi alma con su crueldad.

Pero tengo un deseo oculto,
en el rincón más oscuro de mi ser,
deseo que este torbellino termine,
y así el descanso pueda tener.

Anhelo que las agujas raudas,
lleguen al último segundo,
y con ellas me lleven lejos,
del dolor que me envuelve en este mundo.

Aspiro a dejar atrás las penas,
a que la paz reine en mi morada,
poder cerrar los ojos sin remordimientos,
y hallar en la muerte la calma esperada.

Sin más preocupaciones que me atrapen,
sin más dolor que destroce mi ser,
sin más rabia acumulada,
ni culpa que me haga enloquecer.

Deseo que el tiempo avance rápido,
y me lleve a ese descanso anhelado,
donde las emociones se aquieten,
y todo se convierta en un suspiro eterno apagado.

Que ya no tenga que luchar,
contra la implacable corriente.
Que mis heridas queden cerradas,
y toda esperanza finalmente se ausente.

Siento el paso del tiempo en mis huesos,
en mis sueños y en mi rostro marchito,
y aunque sea doloroso y no exista un final feliz,
el anhelo de tener paz, se hace infinito.

En este circo sin escapatoria y sin control,
donde somos marionetas del tiempo y su reloj.
Las agujas avanzan sin compasión en este reloj de arena,
como una marea implacable que nos arrastra hacia su condena.

El ayer se desvanece en cada segundo que pasa,
y el presente se convierte en pasado, sin pausa.
Cada día que vivimos es un suspiro efímero,
un susurro en el viento que pronto será olvidado y destrozado.

Mis lágrimas se deslizan por mis mejillas sin cesar,
dibujando ríos de tristeza en mi caminar.
Mi corazón se desgarra de dolor y desesperación,
mientras el tiempo sigue su marcha sin temor ni  compasión.

¿Por qué debemos sufrir el tormento del tiempo implícito, que nos arranca los sueños y nos deja vacíos?
Anhelo que llegue su fin y me libere del sufrimiento,
que me lleve a un lugar donde el dolor sea solo un recuerdo borroso y distante.

Pero el tiempo es un juez cruel y despiadado,
que no hace distinciones entre las personas más amadas y las más odiadas.
Marchita nuestras almas como flores en invierno,
nos deja marchitos y rotos, sin apenas aliento.

Las heridas abiertas no cicatrizan con el pasar de los años,
seguimos sintiendo el dolor como un fuego que no se extingue;
los recuerdos dolorosos se aferran a nuestras mentes,
como sombras que no nos abandonan ni en la noche prendida de locura.

Aunque el tiempo sea un enemigo despiadado,
también nos encuentra en la dulzura entre los brazos de quien amamos.
Nos regala instantes de felicidad efímera,
que nos hacen creer que el sufrimiento se desvanece como niebla, pero todo es una maldita quimera.

Pero tarde o temprano, el tiempo nos pisará los talones,
y nos recordará que somos pasajeros en este viaje efímero.
Día a día, se acerca al final y nos arrebata los pedazos de nuestra vida,
haciéndonos más conscientes de nuestra propia partida.

Así que mientras el reloj sigue su implacable marcha,
mientras el tiempo nos engulle y nos desgarra,
seguiremos luchando por encontrar la paz,
y vivir cada momento como si fuese el último compás.

Y aunque deseo que el tiempo me lleve antes que a otros,
también deseo que me conceda la fuerza de aceptar su paso.
Porque en cada pérdida se abre una puerta a la sabiduría,
y en cada herida hay una oportunidad de encontrarnos a nosotros mismos en la oscuridad del día.

El tiempo, ese amo tirano que nos devora sin cesar,
nos enseña que la vida es efímera y no tiene piedad.
Aunque duela y nos desgarre el alma día tras día,
en cada momento hay una lección, una guía.

Así que, aunque el tiempo sea implacable y nos aparte,
buscaré la belleza en cada instante.
Porque a pesar del dolor que nos inflige sin piedad,
Se que encontraré la fuerza para seguir adelante, una vez más.

ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS: Poemas íntimos llenos de desamor y tormento.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora