Atrapado en el Narcisismo: El Destino despiadado de un alma herida.

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En el vasto mundo de sombras y luces,
donde el ego se alza entre unos muros desmedidos,
el alma decadente de un ser consumido,
padecía unos rasgos de actitudes confusas.

El narcisismo, vil enfermedad de la mente,
emana de aquel espejo que tanta gente atrae,
cuando en su imagen se refleja su ego se alza,
con una arrogancia implacable y con un orgullo implacable.

En el espejo, sus ojos se encuentran cautivos,
admirando el reflejo de su belleza incomparable,
un rostro angelical del que se siente intocable,
sus rasgos altos de narcisismo, les vuelven adictivos.

Se mira y convencido de su grandeza,
sus palabras y todas esas alabanzas sin cesar,
anhela en cada esquina, la admiración ganar,
resultado de una autoestima de gran exceso.

Las voces del mundo lejos le están de importar,
solo le importa su imagen, su propia perfección,
los demás no son más que meros instrumentos,
un espejo en el camino por el que ha de pasar.

En sus relaciones, solo hay espacio para él,
los demás son piezas secundarias, simples marionetas,
instrumentos para su éxito, herramientas efímeras,
que se vuelven víctimas, de su manipulación cruel.

Su ombligo es el punto de encuentro con el universo,
donde gira y gira, en su propio ensimismamiento,
no reconoce límites, ni muestra arrepentimiento,
un narcisista egoísta, de rasgos egocéntricos.

El mundo es el reflejo de su propia apariencia,
la belleza en su mente es su única verdad,
el resto solo son sombras de  proyecciones vanas,
víctimas, de su síndrome insana.

Pero en lo más profundo de su ser narcisista,
una sombra le susurra, una voz desconocida,
un llamado a la cordura, a reconocer sus heridas,
una batalla interna, donde el narcisismo no persista.

Sus ojos se cansan de admirarse sin cesar,
el eco de su voz se desvanece en el basto del abismo,
nada llena su vacío, ni su indiferencia tan grandiosa,
se encuentra atrapado, sin escapatoria ni salida.

En la soledad del espejo, el reflejo se vuelve oscuro,
una sombra de aquello que un día fue suyo,
lo vuelve un ser deteriorado, sin vida ni orgullo,
un final neutral que le recuerda su futuro.

El narcisista pierde en su danza del sentido,
todas la relaciones rotas y los corazones heridos,
su belleza se marchita, en su yo entristecido,
un final en descenso que está lejos del ego y su nuevo abrigo.

En su personalidad narcisista, se va deteriorando,
su reflejo ya no brilla y el vacío lo está envolviendo,
las alabanzas que antes lo embriagaban, ahora son silencio,
ya no hay admiradores, solo caras  indiferentes.

La belleza que tanto idolatraba, se ha desvanecido,
su cara muestra cicatrices y marcas del olvido,
las sombras del espejo reflejan su decadencia,
y ahora el narcisismo se convierte en su peor sentencia.

Ya no puedo soportar mirar mi propio reflejo,
se da cuenta de que su belleza solo era un espejismo,
poco a poco, sus emociones se desvanecen,
y el verdadero ser que había ocultado, reaparece.

Se ve a sí mismo con ojos incoloros,
al darse cuenta del dolor que ha causado con sus actos insensatos,
las personas que ha manipulado y utilizado,
están llenas de heridas y de corazones quebrados.

Pero el daño ya está hecho y las heridas son profundas,
las personas a su alrededor no pueden olvidar sus acciones ni el mismo perdona sus pecados,
aunque haya despertado y conozca su nueva identidad,
la sombra del narcisismo siempre lo seguirá.

El narcisismo se apodera de él una vez más,
el deseo de ser admirado y reconocido vuelve a brotar,
a pesar de sus intentos con su nueva consciencia,
la vanidad y la necesidad de destacar le siguen muy presentes.

Es una batalla interna que nunca termina,
entre el amor propio y el deseo de ser humano,
el narcisismo y el egoísmo siempre están al acecho,
y por más que luche, siempre están presentes en mi pecho.

Me doy cuenta de que nunca podré escapar de este narcisismo,
siempre estará ahí, esperando a que baje la guardia,
es una lucha constante, un camino sin final,
donde el narcisismo se apodera de mi persona, sin cesar.

Así es la historia de mi yo narcisista, una lucha constante,
entre la desconfianza y el deseo de ser humano,
y aunque intente cambiar y ser una mejor persona,
el narcisismo siempre estará ahí, recordándole sus rasgos desmedidos.

ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS: Poemas íntimos llenos de desamor y tormento.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora