Dejando salir a mi alter ego: Lucifer.

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En el abismo de mi ser, existe una ira incansable,
un volcán en erupción que me consume sin parar.
Hace que peligre mi cordura, en busca de dañar daño a otros,
es una furia desatada que se niega a descansar.

Mis manos golpean con una fuerza cruel la pared,
buscando aliviar ese dolor inmenso que me agobia,
el estruendo ensordecedor es un grito desesperado,
un intento vago de encontrar calma en esta inmensa rabia sombría.

Explosiones internas pueblan mi ser atormentado,
emociones tumultuosas luchan por salir a flote, desgarrando mis entrañas, dejándome exhausto y maltrecho.
¿Cuándo será el final de este torbellino caótico que me lleva a flote?

Mis ojos reflejan la tormenta que dentro habita, miradas llenas de fuego y resentimiento ardiente,
como un zafiro incandescente, reflejan dolor y rabia.
busco redención pero sigo prisionero en esta mente insolente.

Si tan solo pudiera soltar estas cadenas oxidadas,
que aprisionan mi alma y no permiten su liberación.
Ser libre como el viento, ligero como una pluma pero sigo aferrado a esta ira sin control ni razón.

Los días se vuelven oscuros bajo este manto fúnebre,
que envuelve mis pensamientos en una neblina opaca.
La luz se apaga poco a poco como velas consumidas por el tiempo,
y mi espíritu se estremece ante tanta lucha infructuosa e insana.

Palabras afiladas se escapan de mis labios sin piedad,
hiriendo a aquellos que más quiero sin remordimiento.
La ira se alimenta de mi esencia, destruyendo cada uno de mis vínculos más amados.
Cuánto daría por romper este ciclo vicioso y violento.

Pero en cada golpe a la pared encuentro un alivio momentáneo,
una catarsis desgarradora que calma los latidos del tormento.
El dolor físico eclipsa el dolor interno que me consume,
como una droga adictiva que aplaca el alma pero no el pensamiento.

¿Cómo escapar de este torbellino infernal y destructivo?
¿Dónde encontrar la paz en medio de esta tempestad ardiente?
Anhelo encontrar la serenidad como el náufrago anhela tierra firme,
pero sigo atado a esta ira incontrolable y creciente.

Una vez fui un alma pura y serena,
caminaba en paz por senderos de amor,
pero el mundo cruel me arrastró a su pena, y despertó en mí el demonio interior.

Ahora, preso en un torbellino ardiente,
mi corazón late al ritmo del resentir.
Mis pensamientos se vuelven turbios, indecentes,
una tormenta negra que amenaza con hundirme.

Cada palabra lanzada como una flecha afilada hiere con fuerza,
dejando cicatrices profundas.
La razón se desvanece, la cordura es olvidada; mi espíritu se retuerce en cadenas moribundas.

La rabia consume cada parte de mi ser,
las llamas del odio bizarramente embriagan.
Ya no puedo luchar contra este poder; la ira me ha atrapado y jamás podré escapar.

Emerge la bestia que habita dentro de mí,
con garras sangrientas y ojos despiadados. Destruyo todo lo que amo sin piedad ni frenesí; mi alma está teñida por los colores más oscuros.

Rechazo cualquier rayo de esperanza que toque mi piel.
Me alimento del dolor ajeno y siento placer al causarlo.
Las sonrisas ajenas solo me hacen perder la fe; soy prisionero eterno de este maldito legado amargo.

En mis sueños más profundos anhelo liberarme de esta cárcel de odio que me aprisiona sin piedad. Pero el destino cruel se empeña en atarme, me niega la redención, la paz y la tranquilidad.

¿Acaso hay alguna forma de escapar de este abismo? ¿Podrá mi alma encontrar una senda de salvación? o ¿Seré condenado a vivir en constante cinismo, donde no exista otra emoción más que la ira y frustración?

Las estrellas brillan en el vasto firmamento, mientras yo sigo sumido en mi propia oscuridad.
Me pregunto si algún día encontraré algún aliento que me guíe hacia un renacer, hacia una nueva realidad.

Pero hasta entonces seguiré arrastrando este lastre,
mi ira convertida en parte intrínseca de mi esencia.
Una maldición que vivo y respiro sin desgaste, una carga pesada que aplasta mi existencia.

En cada amanecer lloro lágrimas silenciosas;
mi corazón desbordado por el peso del resentimiento.
Soy un titán caído, envuelto en redes venenosas; un espectro atormentado sin ningún tipo de arrepentimiento.

Aunque mis palabras puedan parecer eternas, mi agonía continúa perpetuándose día tras día. La libertad sigue siendo solo una quimera; no hay escape posible para esta alma perdida y sombría.

Así pues, aquí sigo encadenado a mi propia furia, enredado entre las espinas afiladas del rencor.
Un ser condenado a vivir una vida oscura y impura; un ser al que su ira ha transformado para siempre.

ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS: Poemas íntimos llenos de desamor y tormento.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora