hambre ausente: Mi lucha silenciosa que me consume.

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En lo más profundo de mi ser se anida,
una falta de apetito extrema que me duele,
el sentimiento de vacío que me intimida,
y el hambre ausente, hace que mi alma se desvele.

La decepción se cierne como una sombra opaca,
cual nube gris en cielo que antes era antes azul,
la alegría huye y desaparece junto a la parca,
y en su lugar nace un triste abismo cruel.

Mi cuerpo suspira por alimento, ansioso,
pero mi paladar no encuentra deleite alguno,
la comida pierde el gusto y me tiñe de engañoso
ahora el apetito se convierte en ayuno.

La carga familiar pesa como una roca inerte,
responsabilidades que agobian sin cesar.
El cansancio abruma y provoca que mi corazón se alerte,
ante las exigencias imposibles de soportar.

Los días transcurren con penas caladas hasta en los huesos,
el estómago vacío clama por nutrición.
Mas la falta de apetito brinda un desapego
que me impide encontrar solución a tal condición.

En cada bocado hay una arcada oculta,
pues la comida ya no es parte de mis adentros.
el sabor se desvanece y no existe una ruta
que me motive a seguir, ante tanto reclamo.

Mi consciencia envuelve cada plato servido,
el aroma exquisito carece de placer.
La vida parece estar suspendida, detenida
mientras el hambre continúa sin crecer.

Busco ayuda en otros, compartir esta carga,
encontrar apoyo en quienes me rodean.
pero esta familia corrompida dejó de ser la tabla de mi salvavidas
de este mar oscuro que amenaza con agrandar.

Pero cuidado, hermano, no olvides la advertencia,
la falta de apetito es un problema que me perdura.
se que ya no solo me afecta como individuo, mi carga interna,
hieren a quienes me rodean llenandolos de amargura.

Los problemas familiares se vuelven más agudos,
las tensiones aumentan y los lazos se resquebrajan.
La falta de comunicación abre espacios mudos,
y el amor que antes fluía, ahora se desvanecen.

Mis hermanos miran desconcertados la mesa vacía,
donde antes abundaban mis risas y alegría.
La ausencia del hambre me causa tristeza y arcadas,
donde mis relaciones familiares naufragan entre mi agonía.

Las peleas son constantes, el ambiente es hostil,
cada día parece un campo de batalla sin fin.
La frustración crece, como una semilla vil,
y mi hogar que solía ser refugio, ahora es letal.

Mi padre se culpa así mismo por no alimentarme bien,
y mi madre sintiéndose impotente por no saber qué hacer.
Mis hermanos en medio, sintiendo el desdén
de unos padres alejados por la falta de comer.

Nadie conoce del gran problema, que aquí radica en plena indiferencia,
no pueden reconocer que hay algo fuera de lugar.
La falta de apetito lleva a una emergencia
donde intento actuar, para poder sanar.

ENTRE SOMBRAS Y SUSURROS: Poemas íntimos llenos de desamor y tormento.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora