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Antón sintió el cuerpo de Lucian relajarse hasta tal punto que parecía un peso muerto entre sus brazos.

—¿Lucian?

No recibió respuesta. Movió ligeramente su rostro, solo para darse cuenta de que el Omega se había quedado dormido.

—Solo estas cosas me pasan a mi —susurro.

Teniendo el mayor cuidado posible, pasó sus brazos por su cuerpo y lo levantó del suelo. Necesitaba dejarlo en un lugar cómodo antes de ir por el otro chico que se encontraba en la habitación adyacente.

Se acerco al sofá de la habitación, pero apenas retiro uno de sus brazos sintió la mano contraria agarrar su camisa con fuerza. Intento que esta lo soltara, pero solo consiguió que afianzara su agarre. Como si el soltarlo significara que desaparecería.

"Esto va a ser un problema."

Antón se vio obligado a mantener al Omega entre sus brazos, mientras su mirada iba de un lado a otro, observando al pequeño Ash dormido plácidamente en la cama, a Lucian entre sus brazos y la puerta por la que debía salir sin llamar la atención.

Se le ocurrían varias maneras en las que podía proceder, pero con cada idea se le venían miles de peros. ¿Como siquiera podía hacer algo si Lucian no lo soltaba?

Casi como si el destino mismo se estuviera apiadando de él, la puerta de la habitación se abrió para dar paso a una Beta pelirroja acompañada de un pequeño Omega adolescente.

—Estaba empezando a preguntarme porque tardabas tanto.

—Mila —susurró agradecido—. Dichosos los ojos que te ven.

—Ya sé que me amas con locura, pero sabes que tengo pareja —susurro fingiendo estar avergonzada por los halagos.

Antón se limitó a mirarla con una expresión de incredulidad. El silencio en la habitación fue más que suficiente para terminar con las bromas de Mila.

—Por eso sigues soltero —comentó cruzándose de brazos.

—Mi soltería no tiene nada que ver con esto.

—Si eso quieres creer —se burló.

—Mila, tu-

—Este... si no hay problema en que pregunte, ¿por qué tienes a Lucian en brazos?

La atención de ambos adultos se fue al adolescente que solo había estado observando desde que entró por la puerta, claramente confundido por la situación en la que tanto el cómo los demás se encontraban.

—Es... —Antón desvió la mirada—. Es algo complicado de explicar, pero en pocas palabras, no me suelta.

—No... te suelta... —comentó el Omega algo confundido.

—Puede ser un acto reflejo, no pienses mucho en eso —comentó Mila acariciando brevemente el cabello rubio del chico—. Pero vamos a necesitar tu ayuda si queremos llevar al pequeño a otro lado sin que se despierte. ¿Nos ayudas?

El chico asintió rápidamente antes de agarrar al pequeño Ash en brazos, sujetándolo de una manera que denotaba que lo había hecho más de una vez.

—Bueno, el tiempo no espera. Hora de irnos.

Mila abrió la puerta de la habitación para dejar salir primero a Antón, sonriendo con cierta ternura ante la imagen que veían sus ojos. El Alfa sabía que nunca escucharía el final de esto, pero estaba agradecido de finalmente poderlos sacar de la casa principal antes de que las cosas se volvieran más complicadas.

El camino hacia su casa fue silencioso, salvo por el ruido sordo de las pisadas sobre la nieve y uno que otro sonido lejano de miembros de la manada concentrados en sus labores matutinos. Tal silencio inquietaba al joven Alfa.

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora