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No podía hacerlo.

Pese a que deseaba con todo su ser demostrarle al mundo entero que el Omega era suyo y de nadie más, no podía tomar una decisión tan a la ligera, pero tampoco quería dejar a Yuuri en manos de aquellos que lo lastimaron casi al borde de la muerte.

—Se que no es una petición fácil —hablo Lucas colocando una mano sobre su hombro—. Pero es la única que nos queda.

El pelirrojo lo dejo solo con sus pensamientos. ¿Qué podía decirle que lograra tranquilizarlo aunque fuera sólo un poco? Su pecho le dolía, como si alguien estuviera agarrando su corazón y lentamente lo estuviera apretando. Sabía que tenía que hacer, pero tenía miedo de las consecuencias.

Abandonó el despacho y camino por los pasillos hasta llegar donde se encontraba el azabache, dudando en abrir la puerta y verlo. No se sentía capaz ni de mirarlo a los ojos. ¿Como le daría la noticia?

Se dispuso a dar la vuelta y alejarse, pero el repentino sonido de la puerta al abrirse lo detuvo, entrando en su campo de visión la figura de Elora, quien se sobresaltó un poco al verlo.

—Ya se me estaba haciendo extraño que no vinieras, pero no necesitabas quedarte frente a la puerta de esta manera —comentó tratando de recuperar la compostura mientras salía por completo de la habitación y cerraba la puerta con cuidado.

—¿Como... cómo está? —preguntó Viktor en voz baja.

—Estable —respondió mientras se recargaba en la pared—. Se quedó dormido poco tiempo después de que llegáramos. Lo mejor sería dejarlo descansar y mantenerlo tranquilo, no estoy segura de cuanto pueda aguantar su cuerpo estos cambios tan bruscos.

El nudo en el estómago del peliplata se hizo aún más grande. ¿Como le daría la noticia a Yuuri? Tenía miedo de la reacción que tendría y Elora no había hecho más que ponerlo más nervioso.

—Iré a ver a Lucas, no hagas nada extraño mientras no estoy.

Escuchó los pasos de la Alfa alejarse poco a poco hasta que lo único que lo envolvió fue el silencio. Sin embargo, su mirada no se despegaba de la puerta que se encontraba enfrente suyo. No sabía que debía hacer. Tenía que ver con sus propios ojos que el Omega estaba bien, pero no poseía la fuerza necesaria para girar el pomo de la puerta y entrar, era como si todas sus extremidades estuvieran entumidas, desconectadas. Sin más, se fue alejando lentamente de la puerta, caminando por los pasillos sin un rumbo fijo. No podía hacer más que pensar en la reacción de Yuuri en cuanto supiera la notica.

Antón abrió la puerta de su habitación, quedándose quieto en cuanto vio a su hermano pasar enfrente suyo, pero sin prestarle atención. Estaba tan metido en sus pensamientos, que no le prestaba atención a nada de su alrededor.

—¡Viktor! —exclamó mientras lo seguía—. ¡VIKTOR!

No fue hasta que le agarro el brazo y lo obligó a detenerse que su hermano notó su presencia.

—¿Qué pasa? ¿Algún problema?

—Eso es lo que quiero saber, llevo como diez minutos llamándote.

—Oh... lo siento. Ha sido una mañana ajetreada, eso es todo.

—Aja... y yo nací ayer —comentó mientras lo miraba con los brazos cruzados y mirada seria.

Viktor suspiro derrotado. Mentirle a su hermano era como mentirle a Lucas, nunca funcionaba. Esos dos lo leían como libro abierto. Al final le contó todo, manteniendo en secreto aquellos detalles que sabía que aún no podía decirle, no hasta que Antón completará su ceremonia y jurará lealtad a su nuevo líder y manada. Sin embargo, eso no le impidió contarle el porqué de su sufrir.

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora