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Viktor sentía su cuerpo ligeramente pesado. El frío de la habitación causaba pequeños escalofríos en la piel que quedaba al descubierto, anhelando el calor que emanaba de lo que creía era una almohada, hasta que sintió el subir y bajar del pecho de su acompañante.

Abrió con lentitud sus ojos, adaptándose poco a poco a la luz que se filtraba por las ventanas y los recuerdos de la noche anterior reapareciendo en su mente. Se sonrojo al instante. Parecía un sueño causado por su más ferviente y desesperado deseo, pero el ardor en su cuello, la marca rojiza del cuello del Omega y la obvia desnudez de ambos era más que prueba necesaria. Eran pareja de verdad.

Acercó aún más a su pecho al durmiente azabache, sintiéndolo moverse un poco, acomodándose. Observó de nuevo la marca, no pudiendo evitar las ganas de pasar lentamente su lengua sobre ella para después soplar ligeramente, causando escalofríos en su pareja. Sonrió al verlo entreabrir un ojo, buscando al culpable de interrumpir su sueño.

—Buenos días —susurró Viktor antes de darle un suave beso en la mejilla, obteniendo un quejido a modo de protesta.

Yuuri se movió, tratando de volver a conciliar el sueño, separándose un poco del peliplata y dejando su pecho contra las sábanas y su espalda al descubierto. No tardó en sentir las manos del Alfa recorrerla con lentitud, como si creyera que lo estaba invitando a algo más. Intento darse la vuelta, pero solo consiguió tener a Viktor encima suyo, ambos viéndose directo a los ojos. Yuuri se sonrojo hasta las orejas, recordando entonces la desnudez de ambos.

—Viktor-Ahhh...

Cerró los ojos cuando su pareja decidió seducirlo con lentas caricias de su lengua en uno de sus pezones, ansioso por tener una segunda ronda, ahora con la energía de ambos renovadas. Dejo que su lengua fuera creando trazos mientras tentativamente iba descendiendo, escuchando la respiración agitada de Yuuri y aprovechando a ir bajando la sabana con sus manos.

Más su misión se vio interrumpida ante los ruidos de la puerta principal siendo tocada con algo de insistencia. Gruño en señal de molestia por la interrupción, decidido a ignorarla y a seguir con la suyo. Deseaba seguir mimando al Omega, llevándolo hasta los límites de la locura mientras ambos se mantenían unidos durante el proceso.

Pero la vida lo estaba odiando en ese momento.

Los golpes en la puerta seguían y si no los detenía pronto, lo iban a volver loco. A regañadientes se separó del azabache, dándole un corto beso en los labios antes de sentarse a la orilla de la cama, dejando que sus pies tocaran el frío suelo. Lo cual lo ayudo a bajar la calentura que ya tenía presente.

Busco en su armario unos pantalones holgados y se dispuso a ver quién osaba interrumpirlos. Pasando de largo la ropa que aún se encontraba esparcida por el suelo y parte de las escaleras, llegó hasta la puerta, abriéndola apenas un par de centímetros antes de que la persona al otro lado la empujara y entrara rápidamente.

—Por un segundo creí que me dejarías afuera —se quejó Antón mientras frotaba sus brazos para generar calor—. Aunque aquí dentro tampoco- ¡Oh rayos! Apestas.

Viktor lo miro molesto. Ofendido por lo que le había dicho y por llegar sin avisar. Podría estar haciendo gemir a su Omega sin parar, pero lamentablemente su hermano había venido a interrumpir.

—Si tanto te molesta, ahí está la puerta.

—No me refiero a eso —negó rápidamente—. Tal vez un poco... pero me refiero a que apestas a Yuuri a morir —comentó mirando a su alrededor, notando el rastro de ropa que llevaba a la habitación donde estaba el Omega y los más que obvios chupetones y mordidas que su hermano poseía—. Oh... ¿mal momento?

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora