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El ambiente era tenso, más de lo que Yuuri había esperado. Ninguno de los dos se dirigía la mirada, como si fueran dos completos extraños. ¿Pero como siquiera debían hablarse?

"Oye, la última vez que supe de ti, estabas muerto. ¿Qué pasó?"

El azabache se mordió su labio inferior. No importaba que tanto lo pensara, no encontraba forma de preguntarle sobre lo ocurrido sin ser demasiado directo. Tenía tantas preguntas, pero ninguna era tan importante como saber cómo era posible que estuviera frente suyo, con un bebé en brazos.

—Así que escapaste —soltó Lucian de golpe, sin mirarlo.

El joven de ojos violetas ya había tenido demasiado de ese silencio, pero no por eso iba a ser directo. Había esperado gritos, quejas y reproches, pero no el silencio.

—Ese día... solo corrí —admitió dirigiendo su mirada a la ventana, demasiado nervioso como para siquiera mirarlo.

Lucian suspiro antes de poner a su pequeño sobre sus piernas, enderezándose en la cama y preparándose mentalmente para lo que venía. No sería lindo, lo sabía, pero ya lo había atrasado por mucho tiempo.

—Creí que siempre nos diríamos todo —comentó con cierto sarcasmo, dirigido más hacia sí mismo, que para el azabache que lo miraba incrédulo.

—Y mira quien lo dice —soltó molesto, apretando sus puños con fuerza para no explotar y dejar fluir sus emociones como un río desbocado.

—Ambos somos unos hipócritas —susurro con una pequeña risa apagada—. ¿No lo crees?

—Lucian...

El nudo en su garganta se hacía más fuerte, buscando cortar a su paso no solo su voz, sino también al aire que quería llegar a sus pulmones.

—Me dejas de ver por un año, ¿y no tienes nada que decir?

—¡ESTABAS MUERTO!

El grito salió antes de que siquiera pudiera detenerlo. Su cuerpo simplemente había reaccionado, quizá tan harto como él del dolor que apretujaba su pecho con fuerza, queriendo quitarle el aire con desespero. No obstante, no dejaría que aquella pequeña molestia le impidiera obtener las respuestas que tanto ansiaba desde que lo había visto.

Solo esperaba tener fuerza suficiente para soportar la verdad.

El enojo y la tristeza reflejadas en su mirada se las esperaba, pese a que le dolían, Lucian no creía ser merecedor de menos. El mismo quería llorar, el miedo, la alegría y la culpa haciendo estragos en su interior en diferentes medidas. Pero no, no se dejaría llevar por lo que sentía. No ahora.

Ya podría romperse después.

—Nunca estuve en peligro.

—¿A qué te refieres? ¡Estabas cubierto de sangre! —exclamó acercándose a la cama, manteniendo cierta distancia—. No podías respirar, te desplomaste en el suelo mientras te desangrabas. ¡¿Cómo que nunca estuviste en peligro?!

Lucian suspiro, apretando con fuerza la manta con una de sus manos.

—Te utilice.

Las palabras apenas y fueron registradas en su mente, como si deseara tanto fingir que nunca las escuchó. Tenía que ser una mentira, el Lucian con el que había crecido jamás lo utilizaría como si nada, pero aquella mirada fría, sería y sin algún atisbo de culpa, solo parecían confirmar lo que tanto deseaba negar.

—¡¿Cómo que me utilizaste?!

No supo en qué momento sus brazos se movieron para sostenerlo de la playera blanca que traía puesta o en el que las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. El llanto estaba atorado en su garganta, esperando el momento para salir y desgarrarla con el dolor que traía.

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora