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Viktor tenía un conflicto interno.

Chris se había ido hace ya varios minutos, pero Viktor seguía en el mismo lugar en que su amigo lo había dejado. La imagen de Yuuri sonriendo era lo más hermoso que había visto en su corta vida.

El azabache estaba jugando con los cachorros de la manada, siendo Ezequiel quien más demandará su atención. Se le veía alegre y tranquilo, y Viktor se debatía entre intentar entrar en aquella burbuja de felicidad que los rodeaba u observarla desde donde estaba, apreciando una faceta más maternal del Omega.

—Deja de mirar al cerdito como un acosador.

Yuri se posicionó a su lado, mirando a su hijo jugar con el azabache. Mentiría si dijera que no despertaba su curiosidad, pero era obvio que aquel Omega tenía algo que hacía que su propio hijo dejara de ser tan tímido como su padre.

—Ya te dije-

—Ya lo sé. Pero me niego a que el nuevo se llame igual que yo.

Yuri lo interrumpió, cansado de que todos estuvieran empeñados en recordarle que se llamaban igual, la única diferencia era la pronunciación, pero era fácil para los demás ignorar ese detalle.

—Que maduro de tu parte —se burló Viktor.

—Cállate anciano.

A diferencia de Viktor, Yuri estaba dispuesto a romper momentáneamente la burbuja de felicidad que tenía el azabache. Camino hasta donde se encontraban, con Viktor siguiéndolo de cerca.

— ¡Mami!

Yuuri observo a Ezequiel correr hasta un chico rubio. Por el olor, sabía que era un Omega al igual que él, aunque eso no lo hizo sentirse más tranquilo. Aquel chico se acercó hasta donde estaba, Ezequiel siguiéndolo muy de cerca y Viktor mirándolo algo preocupado.

El corazón del azabache latía muy rápido. El rubio enfrente suyo debía ser el otro Yuri que le habían mencionado, debería sentirse tranquilo, pero la mirada penetrante del Omega lo tenía inquieto.

—Gracias.

La cara de Yuuri era de completo asombro. Viktor no se quedaba atrás. Incluso el mismo Ezequiel miraba a su madre, preguntándose si había escuchado bien.

— ¿Gracias?

—Por encontrar a Ezequiel. Y lamento lo que hizo Otabek. Se suponía que Ezequiel estaría con el resto de los cachorros, pero decidió seguir a su padre —Yuri miro a su hijo, quien evitaba hacer contacto visual, claramente consciente de lo que había hecho—. Otabek trató de traerlo de regreso, pero-

—No te disculpes —lo interrumpió Yuuri, viendo en los ojos del rubio un indicio de que estaba teniendo una batalla interna con respecto a todo aquello—. Solo estaba protegiendo a su hijo, no lo culpo por nada.

—Aun así, ambos estamos en deuda contigo.

Yuuri sonrió, una sonrisa que apenas era notable, pero que le transmitió a Yuri algo de tranquilidad.

— ¡Yuuri!

Ambos omegas voltearon, viendo al montón de niños correr en su dirección, pero abalanzándose sobre el azabache. Yuri no pudo evitar reírse, aunque fuera un poco.

— ¿Puedo seguir jugando con Yuuri? —preguntó Ezequiel en voz baja. Tan baja que Yuri apenas fue capaz de oírla.

La mirada de arrepentimiento en su hijo era demasiado adorable. Aquellos ojos marrones, iguales a los de su padre, miraban a Yuri de manera suplicante. Pidiéndole a gritos que lo dejara estar con el azabache por más tiempo.

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora