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— ¿Ya?

—No.

— ¿Ya?

—No.

— ¿Ya?

—El que preguntes cada dos segundos si ya terminé no va a hacer que mágicamente el trabajo desaparezca, así que aguántate —la voz de Lucas sonó tranquila y despreocupada en los oídos del peliplata, aunque la verdad era que estaba a pocos segundos de perder la paciencia. Su amigo se comportaba peor que un niño pequeño. Cualquier otro día no le importaría soportarlo, pero hoy no.

Desde que habían nacido sus pequeños, se había despedido de las horas de sueño que tenía. Cada hora para dormir era preciada, ya que los bebés se despertaban entre tres o cuatro veces durante la noche y tanto él como Delia estaban cansados. Si por culpa de Viktor había perdido unas horas preciadas para poder dormir, él sufriría por no poder estar junto a Yuuri por unas cuantas horas.

— ¡Pero no estoy haciendo nada! —se quejó cruzándose de brazos.

—Respirar es algo.

—No estoy de humor para tus bromas.

—Deja de ser tan llorón, verás a Yuuri en la noche y todo el día de mañana.

—Bien.

Suspiro resignado. ¿Qué podía hacer? No era como si pudiera escabullirse e ir a buscar al azabache, menos sin tener una idea de donde se encontraba. Podía arriesgarse a encontrarlo, pero Lucas lo detendría antes de que si quiera pudiera acercase dos metros al Omega.

— ¿Por qué te llevaste a Yuuri? —pregunto Lucas en cuanto noto que el humor del peliplata se había calmado un poco, llevaba horas con esa pregunta rondando en su cabeza, pero no encontraba el momento adecuado para preguntar. Menos cuando quien te puede responder se comporta como un niño de kínder.

El pelirrojo noto por el rabillo del ojo la cara dubitativa de Viktor, como si estuviera decidiendo si contarle o no.

— ¿Pasó algo malo? —pregunto, dejando los documentos que tenía en sus manos sobre el escritorio y mirando fijamente al peliplata.

—No realmente.

— ¿Seguro? —su voz sonó con un ligero tono de sarcasmo, como si se estuviera burlando de él. La verdad era, que Lucas sabía que le estaba mintiendo—. ¿No crees que ya hay suficientes secretos como para agregar más?

El peliplata sopesó sus palabras. Era cierto. Ya existían demasiados secretos por revelar y ni siquiera era entre ellos.

—Supongo que es mejor decirte. Ayer me encontré a Yuuri fuera de la casa, intento transformarse. Logre detenerlo, pero se desmayó después de eso.

—Y decidiste que llevártelo a tu casa en vez de regresarlo a la enfermería, era la mejor opción —añadió Lucas con sarcasmo.

El silencio inundó la habitación por unos segundos, que se hacían eternos y desesperantes para ambos Alfas.

—Tenía miedo.

— ¿De qué?

—De que se fuera. No estaba fuera de la casa solo para transformarse, quería irse.

— ¿Estás seguro eso?

—Lo suficiente como para estar inquieto.

—Supongo que tienes que hablar con él. De preferencia hoy. Necesito saber si desea quedarse o no, de lo contrario, podrían terminar asignándolo a otra manada.

— ¿Entonces puedo irme?

—Ya quisieras. Lo verás en la noche, ahí tendrás todo el tiempo del mundo para hablar.

Besos de Hielo - Omegaverse - ViktuuriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora