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Familia

alicent's perspective


Al día me los encontré por los pasillos de la Fortaleza Roja, pero no era capaz de olvidar la escena que vi ayer en los jardines. De todas las personas, no pensaba que mi herman fuera capaz de traicionar a su esposo y el sagrado matrimonio. Encima con su espada juramentada y conseguir engañar a todos sobre esto, incluso a mi. Sabía que ellos dos eran buenos amigos a través de Gwayne, y poco más. Era algo muy usual verlo por Antigua buscando a Gwayne para entrenar con armas o hacer esas cosas de chicos, Alana siempre se les unía como uno más del grupo. Yo era a quien dejaban siempre atrás, era "La niña buena de mamá" me solían decir. Hice todo bien, cumplí con mi deber ante los Siete y mi esposo.

"Quizás el príncipe Daemon..." pensé detenidamente sobre este tema, pero rápidamente disipé estas conclusiones de mi mente. No importaba si el príncipe Daemon había dormido con otra mujeres de esa infame calle, era el hombre y no le debía esa muestra a la mujer. Y eso, Alana era la esposa de Daemon y no debería profanarse para otro hombre. Los Siete lo decían muy claro, debías de serle fiel a Dios y a tu esposo.

—Ser Criston, ¿cierto?—llamé al guardia que le habían asignado seguirme esta semana. Le había cogido un agrado a este hombre.

—Si, su majestad.

—¿Podrías traer al príncipe Daemon? Debo hablarle sobre un asunto de suma importancia, te lo agradecería.—dije sin mostrarme muy demandante, no me gustaría ser el tipo de reina que fuera una tirana. El caballero se fue a hacer lo que le pedí.

Me senté sobre el sofá cama que una vez utilizó la Reina Aemma durante sus embarazos, era un asiento del todo cómodo para las mujeres en este estado. Justo había entrado a la fase en la que las náuseas y vomitos eran mayores, así que me convenía sentarme y relajarme antes de pasar todo el día de pie. Mire a través de la ventana de los aposentos de la Reina que ahora ocupaba, era realmente una vista hermosa desde la posición en la que me encontraba. Debía de admitirlo, siempre envidié a la Reina Aemma por todo lo que tenía, era la vida que yo quería.

De repente el príncipe Daemon entró an mis aposentos, mostrabas una expresión serena y distante, me lo esperaría al ser una Hightower y devota de la Fe de los Siete. Todos sabíamos cómo acaban las relaciones entre nosotros, el ejemplo claro fue el rey Maegor I Targaryen, apodado "el Cruel". Eso era otra historia. Además de que era hija de Otto Hightower, hombre al que odiaba apasionadamente.

—Su majestad, ¿pidió que me llamaran?—me preguntó, probablemente no se lo esperaba.

—Efectivamente, príncipe, tome un asiento.—dije como modo de cortesía, él se sentó frente mía en una de las silla libres que habían.—Tengo un asunto un tanto complicado y personal del que hablarle, concierne a su esposa.

—¿Qué le sucede a Alana?

"Ha usado su primer nombre, tienen que estar tan unidos, ahora incluso más con la llegada de los mellizos. Tal vez no esté en el lugar correcto para destruir a la familia tan bonita que poseen...solo es una vez, quizás fue un error." pensé indecisa de si debería de decírselo realmente al príncipe Daemon o no, ya que tampoco sabría cómo reaccionaría en tal situación. Podría ser conocido no por precisamente ser muy calmado. Era hostil y impulsivo, especialmente hacia los de la Casa Hightower.

𝐇𝐀𝐓𝐄𝐑𝐒-daemon targaryen fanfiction Donde viven las historias. Descúbrelo ahora