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Marcaderiva II
"Dragones"


everyone's perspective



Todos los hijos de la Reina Alicent Hightower fueron con ella y el rey a asistir el funeral de Lady Laena Velaryon. Aunque todos estaban dispersos por ahí, el príncipe Aegon se ahogaba en copa de vino tras otra sin parar; la princesa Helaena estaba tranquila bajo la pequeña carpa, jugando con sus insectos y el príncipe de Aemond estaba en una esquina vigilando a su hermana menor. Sumándole la clara ausencia del menor de los hijos de la reina, el príncipe Daeron Targaryen, quien tenía la misma edad que el primogénito de Rhaenyra. Pero se había decidido que se criaría lejos de Desembarco del Rey, exactamente en Antigua con la familia de la reina. Champiñón dijo que eran por ciertos rumores de que el rey Viserys insistió en ello, disque, no soportaba escuchar los llantos de un bebé por las noches y que la reina tuviera que alejarse de su lado por eso. También fue en ese tiempo en el que la enfermedad que acechaba al rey avanzó bastante.

La querida princesa consorte descansaba en uno de los bancos por la condición en la que estaba, ella misma se sentía fuera de lugar en este funeral. Ya que el bulto no es que fuera muy pequeño, era costumbre que las mujeres embarazadas de más de cuatro lunas no atendieran funerales, por la incomodidad que le pudiera causar a la familia del fallecido o fallecida. Aunque también, se le insistió que atendiera por parte de la Casa Velaryon.

Su esposo era quien le guardaba compañía durante estas horas de socialización y la hacía sentir más cómoda.

—¿No vas a descansar, cariño?—preguntó el príncipe heredero, mientras sostenía la mano de su amada. Los años pasaban en su matrimonio, pero el amor y felicidad del primer día nunca los dejaron.—Es tarde.

Él tomó un sorbo de su copa de vino, dejándola en una de las bandejas de los sirvientes que se movían de un lado para otro. Sirviendo.

—Me iré cuando tú lo hagas, además, no vamos a dejar sola a mi hermanita cuando esta siendo acosada por la reina consorte.—dijo refiriéndose a la princesa Rhaenyra.

Alana Hightower apuntó con su mirada la obvia situación de incomodidad y odio compartido entre la reina consorte y la única hija del rey. Quién obtenía siempre el favor del rey cuando había disputas entre ambas mujeres, ella era su hija después de todo, su primogénita y el fruto que tenía con alguien que realmente amaba. Poco decían que Alicent y el rey Viserys, fue algo duro pero común en esta época ese tipo de matrimonios de conveniencia. En los que la desposada tenía la única función de dar a luz a todos los varones que su cuerpo le permitiese y complacer a su esposo en todas las formas posibles y deseadas.

—Deberías de ir a salvar a tu sobrina, dile que venga a hacerme compañía.—sugirió la princesa consorte.

Daemon asintió, y fue en dirección donde estaba su sobrina cuidando de sus hijos. Jacaerys y Lucerys. Dos niños que habían experimentado la crueldad que crecía en la reina consorte por su madre, dos niños inocentes de toda culpa pero quienes cargaban todo el peso y consecuencias de las simples pero efectivas palabra que de iban esparciendo por la Corte. 'Bastardos'. No era una bonita palabra desde luego. Si te acusaran de eso y todo el mundo lo creyese, no podrías heredar títulos, tierras, casarte y vivirías en miseria. Pero también se sabía que nunca serían confirmados aquellos rumores, ya que el característico pelo y ojos castaños podrían haber sido perfectamente heredados de su abuela paterna, la princesa Rhaenys Targaryen. Era un hecho muy probable de que así hubiera sucedido.

Pronto esos dos niños se retiraron a orden de su madre y ella vino hacia la princesa consorte, sentándose a su lado en el banco.

—¿Cómo estás?—preguntó Rhaenyra.

—Exceptuando que el bebé se mueve como si ya quisiera salir ahora y no en la luna que le queda aún, bien, además de estas tristes circunstancias.—comentó Alana en un tono comprensivo.—Lo siento mucho por Lady Laena Velaryon, sé que erais muy cercana y todo.

—Es una pena que todas las mujeres no enfrentemos a ese destino, estoy seguro que ella fue valiente hasta el final.

—Me lo esperaría de ella.

—Mi madre, la difunta Reina Aemma, me solía decir que teníamos vientres reales y que mi deber a la corona sería engendrar varones. También que la cama de parto era el campo de batalla para las mujeres.—el tono de nostalgia y melancolía que tenía la princesa era muy evidente. Había perdido a su mejor amiga de una manera muy parecida que su madre.

—También recuerdo como decías que no, que nunca tendrías hijos.—dije.—Me parece gracioso, has tenido a Jace, Luke y Jof.

—La vida da tantos giros, es increíble.

/•••/

El príncipe Aenar Targaryen, el primogénito del príncipe heredero y su princesa consorte, se había quedado en el balcón de la habitación en la que se hospedaban en la morada de la Casa Velaryon. Un joven y prometedor príncipe a la sola edad de catorce años; se convirtió en jinete de Vermithor, la furia de Bronce que anteriormente le perteneció al fallecido Rey Jahaerys I Targaryen. Conocido como el 'Conciliador' al haber asentado una paz con la Fe de los Siete y la Casa Hightower nunca vista antes de la Conquista de Aegon; sabía manipular la espada mejor que algunos caballeros y era todo lo que un padre querría en su hijo.
Sin duda, el heredero perfecto de Daemon.

Miraba el cielo nocturno con curiosidad. A medida de los años, creció en él una pasión por las estrellas, la luna y el más allá del mundo conocido. Su sueño era tomar a Vermithor y viajar por todo Westeros y Essos, pero era poco probable por no decir imposible. Al ser el mayor de todos los hijos, la responsabilidad de llevar en futuro la forma recaían sobre él. Ese era su deber intrínseco por solo haber nacido en este mundo.

—¿No estás durmiendo aún, Aenar?—preguntó la voz suave de su madre, que se contrastaba mucho a la de su padre.

—Era incapaz de dormir, mamá.

Sí, 'mamá', todos los hijos de los futuros reyes la llamaban mamá porque les parecía algo más cariñoso. Y era algo bonito que compartían.

—¿Hay algo que te inquiete hijo mío?—dijo ella mientras lo acompañaba en el balcón.—Sabes que estoy para lo que sea, soy tu madre después de todo.

—Nunca te conté la razón por la que queríamos retirarnos tan temprano.

—No lo hiciste, dime.

—Aegon y Aemond no paraban de insinuar que Aerys y Alerie eran bastardos por su color de pelo, al igual que con Jace, Luke y Jof. Nos incomodaba mucho el ambiente siendo sinceros.

—Pue sea lidiado con ese asunto como el rey lo haría, tienes material de rey después de todo.

Justo en ese momento resonaron los rugidos de un dragón por todo el lugar, miraron a la lejanía y el dragón más grande todos emprendía su vuelo con un chico de un distinguido cabello plateado a sus lomos. "No puede ser..." pensó Alana pero Aenar pensó. "¿Qué cojones hizo Aemond?" Antes de que Alana dijera algo más, Aenar ya había corrido abajo a la entrada de la fortaleza Velryon, esperando impacientemente la llegada de él misteriosos jinete. Ya que le pediría explicaciones sobre esto.

𝐇𝐀𝐓𝐄𝐑𝐒-daemon targaryen fanfiction Donde viven las historias. Descúbrelo ahora