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Hermanas

everyone's perspective

Esto era un hábito suyo que se quedó con ella desde que tenía memoria: leer libros en todas ocasiones del día. Cuando era más como una jovenzuela, su educación era una de las prioridades de su padre y la hacía leer y aprenderse varios libros con una gran variedad de temas y aspectos. Por lo que ahora disfrutaba de la lectura cuando no tenía nada más que hacer, especialmente aquellos que hablaban sobre la política. Quizás fue el entorno en el que fue criada, yendo desde una temprana edad a la Corte Real de Desembarco del Rey. Siendo expuesta a todo lo que eso convenía, en pocas palabras maduró rápidamente para su edad mientras lidiaba con sus propios problemas o lealtades.

Alana recordaba ese día como si fuera ayer, el día en el que su padre le informó de la muerte de la Reina Aemma. No se llevaban tan bien, la reina consorte no era tonta y veía claramente tras las intenciones de Otto Hightower, por lo que tampoco confío en cuanto sus hijas se hicieron muy amigas de la suya. La protegía ferozmente, Rhaenyra era su única hija después de todo y haría lo que fuera para verla fuera de peligro.
Aunque por alguna extraña razón, le confió su vida un día antes de que ella empezase su labor de parto y muriese en consecuencia. Ella sabía que algo iba a pasar y aceptó su destino ciegamente, confiándole a su pequeña princesa a la primogénita del enemigo. Un movimiento arriesgado. Sin embargo, lo que pocos sabían era que la reina consorte fue una de las pocas que vio más allá de esa fachada y sabía que Alana tenía más consciencia y remordimiento que su padre.

Mientras ella así, se intentaba ocupar leyendo un libro bajo la tranquilidad de sus aposentos. Sabiendo que leyendo dio libertad a todos sus hijos de explorar la ciudad siempre que uno de los guardias los estuviesen siguiendo, esa era su única regla y la de Daemon. Aunque los más pequeños estaban jugando en los jardines, siendo la ciudadela, un ambiente no apropiado o apto para ellos. Otros a contra de su consejo, decidieron ir a dar un paseo en sus dragones. A ella no le gustaba cuando lo hacían, pero no se los impedía. Eran jinetes de dragón, ella no tenía derecho a quitarles ese privilegio que poseían. Uno que Daemon alentaba fuertemente, estando orgullosos de todos ellos. Incluso los que aún no tenían uno.

—Adelante.—dijo ella al escuchar que alguien tocaba la puerta de su habitación.

Se relajó al ver que era James Lannister. Llevaba su uniforme de la Guardia Real, uno que llevaba desde hace casi dos décadas. Este era su sueño desde que eran pequeños, siempre expresó su interés en esta posición para así no tener que ser el próximo Señor de la Roca Casterly y casarse. Ese era un tema complicado entre ellos dos, el cual dejaron diluir con el tiempo. Sabía que se amaban mutuamente, mucho, pero ella amaba más a Daemon. Quizás en un pasado sí que lo amaba lo suficiente para dejar esta vida atrás, Alerie y Aerys era la prueba de ello. Pero la prueba del amor de Daemon no recaía solo en los hijos que compartían, sino sabiendo que algunos no eran suyos, se hizo el ciego y los acogió como suyos al mismo rato, no teniéndole en cuenta esos sucesos a Alana.

—Parece ser un buen día hoy, ¿no ibas a salir a pasear por los jardines o por la ciudad?

—Querría algo de paz y tranquilidad, algo que rara vez tengo siendo madre de diez y solo dos están casados.—respondió Alana.—Pronto tres pero prefiero no pensar en ello.

—Eso es algo que tampoco entiendo, ¿por qué la sujetarías a ese destino?

—Intenté razonar con Alicent.

𝐇𝐀𝐓𝐄𝐑𝐒-daemon targaryen fanfiction Donde viven las historias. Descúbrelo ahora