14 Solamente tú, nadie más

183 21 45
                                    

—Ehm, ¿estás ocupada?

—No. Llegué hace poco a mi departamento. ¿Pasa algo?

—No, tranquila. Te llamo para invitarte a cenar, claro, si es que puedes. Me gustaría mucho poder verte ahora mismo.

—David. Yo, no sé si sea prudente que nos veamos. No quisiera que tuvieras problemas.

―¿Problemas? ¿Por qué tendría problemas?

―¿Susan?

—¡¿Susan?! ―pregunta casi espantado―. ¿Por qué tendría problemas con ella?

—¿No están saliendo? —pregunto con bastante curiosidad temiendo a su respuesta.

—¡No! ¿De dónde sacaste eso? ―Vuelvo a sonreír sintiendo cómo esa sensación de felicidad me invade por dentro―. ¿Regina? ¿Estás ahí?

—Ehm, sí. Disculpa.

—¿Paso por ti entonces?

—Dame veinte minutos.

—De acuerdo.

Cuelgo la llamada sintiendo que me falta el aire.

Registro el número y corro a abrir mi guardarropa buscando qué ponerme. De pronto, el timbre comienza a sonar haciéndome saltar del susto.

Las piernas me comienzan a temblar al escuchar la insistencia de quien sea que esté afuera. Trato de ignorarlo y continúo buscando ropa, pero es desesperante seguir escuchándolo así que, me abrocho bien la bata y me dirijo a ver quién es.

Si es Sam, juro que se va a arrepentir.

¡Juro que le cierro la puerta en la cara!

—Hola —saludo tragando saliva tras abrir la puerta, mi corazón está a todo lo que da.

Me quedo congelada al verlo afuera de mi departamento. Se ve sorprendido, pero con esa hermosa sonrisa que me hace sentir mil cosas.

—Disculpa, yo- yo... ―titubea nervioso.

—No, descuida ―alcanzo a decir―, entra. Enseguida me cambio.

Me hago a un lado invitándolo a pasar. Por un momento lo duda, pero al final accede y cierro la puerta tras él.

—¿Estás segura?, puedo esperar abajo.

—¡No! Sí, ehm, siéntate —Ambos volteamos hacia el ventanal de la sala. Observamos las gotas de lluvia que golpean contra el cristal y volteo a verlo un poco desilusionada—. ¿Estás seguro de que quieres salir así?, podríamos comer algo aquí ―sugiero―. Tengo pizza congelada, o puedo prepararte algo.

—Bueno, yo he sido quien te ha invitado. Si no te molesta, mejor cocino yo —Dejo caer los hombros dando un suspiro.

—Es una oferta tentadora —confirmo ofreciéndole la mejor y más sincera sonrisa. Él responde con el mismo gesto.

—No te dejaría rechazarla de cualquier manera.

—Okay. Ya vuelvo entonces. Ponte cómodo.

―Gracias.

Me voy a la habitación buscando unos pants holgados. Me pongo unas calcetas y un suéter ligero; dentro del departamento no hace tanto frío. Me dejo el cabello suelto para que se seque y regreso con David.

Me lo encuentro en la cocina con las mangas de su camisa dobladas un poco debajo de los codos. Está picando, ¿zanahorias? Voltea a verme y se queda observándome sin disimular, lo que me hace ponerme un poco nerviosa.

Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora