2 Desde cero

393 29 30
                                    

Me encamino al Starcoffee donde de vez en cuando, me reúno con un grupo de amigas que conocí al poco tiempo de llegar a Michfield.

Ellas se encuentran conversando muy amenamente, así que las saludo rápidamente con un beso en la mejilla, y dejo mi celular sobre la mesita tras colgar mi bolso sobre una esquina de la silla.

Sin dejar de hablar ni interrumpirse por mi presencia, Jude me acerca un vaso de café que ya aguardaba mi llegada; suele hacerlo cada vez que llega antes que yo, y viceversa.

Ellas hablan y yo intento ponerme en contexto.

—Preocúpate cuando no se proteja, Jude ―argumenta Rose―, al menos es un chico responsable.

—¡Tiene dieciséis años, Rose! —exclama Jude exasperada—. ¿Debo festejarle que ande por ahí de sátiro?, ¿a su edad?

Comprendo que hablan de Víctor, el hijo de Jude.

—Si te pones a pensar —continúa Rose—, prohibírselo es empujarlo a que lo haga, incluso hasta con irresponsabilidad. Pero no es el caso porque está pensando de la manera correcta. No es un niño, ¡por dios!

—No es buen ejemplo para Olivia. Además, no es prohibirle, sino más bien hacerle entrar en razón que para todo hay un momento.

—Rose tiene razón —interviene Susan―. Ya no es un niño, Jude. Te espantas por todo.

—Cuando tu hijo crezca, veremos si dices lo mismo ―responde Jude a la defensiva. Y es que, entre ellas existe una rara tensión que cualquiera puede notar.

—Tienes que ser más de mente abierta, Jude ―replica nuevamente Susan―. Dale más confianza al chico, déjalo disfrutar su etapa.

—Podría dejar a una niña embarazada ―protesta mi amiga de mala gana.

—Lo hará si no se protege.

—Es que no debe protegerse. Debe abstenerse —defiende determinante.

―Tu hijo terminará por irse de tu casa si...

―Yo pienso que, cada uno educa a sus hijos como cree conveniente ―intervengo para después dar un sorbo a mi vaso de café sonriendo en mi interior al ver que Susan hace un gesto de fastidio. Ellas se quedan calladas, pero casi enseguida dirige su mirada maliciosa hacia mí.

—¿Ya viste? —inquiere levantando su ceja derecha con picardía y malicia. La miro entornando los ojos, sin comprender.

—Tu café, Regina ―anuncia con cierta emoción que no me agrada―. Tu admirador le ha agregado su número a tu vaso.

Fijo mi mirada con atención en el vaso comprobando lo que me informa Susan.

—¿Qué te hace creer que eso me emociona? —cuestiono sin interés dejando el vaso sobre la mesa, acercándolo al centro con cierto rechazo. No en mal plan, aclaro. Es solamente que, bueno... Agradezco el gesto, pero realmente no me siento interesada en ello.

—Yo creo que, para un polvo no está nada mal —analiza Rose mirando hacia el mostrador de aperitivos donde se encuentra el jefe de Susan—. Si está como guapito y de buen ver.

―Él no la quiere para un polvo solamente ―informa Susan con cierta alevosía, y el resto voltea a verlo sin una pizca de discreción―. Me platicó que le gustaría algo serio, eso si Regina se dejara querer.

El chico que unos meses antes se ha fijado en mí, parece sentir la mirada de las chicas porque voltea hacia nosotras dedicando una tímida sonrisa.

—No estoy interesada ―aclaro esperando que les llegue el mensaje.

Fue en un café | Bilogía Destino I | Finalizada ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora